Columnas

La naturaleza del hombre

MANUEL CHIRINOS

Si adoptáramos verazmente los pasajes sobre el nacimiento divino del hombre, podríamos atender el objetivo del Supremo Creador sobre la premisa de «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”.

Desde entonces, Dios y hombre han sido una especie de unicidad: el ser humano no puede convertirse en un ser celestial, pero puede reproducir los valores que Dios encarna, amor, bondad, compasión, honestidad.

De esa manera, el ser humano cumplió su propósito hasta que al llegar un determinado período surgió en su alma un reclamo a los cielos: su necesidad de independencia; solo que este grito de libertad se facturó a un costo elevado: la aparición de algo llamado “vacío espiritual”, quedando el hombre inerme ante esta situación de soledad humana.

Su camino queda reducido a buscar el sendero de las cosas materiales para proveerse de una aparente felicidad momentánea, no importa para ello humillar, atropellar, culpar a sus congéneres, el hombre busca huir de algo que Erich Fromm (1990-1980) llamó “La pérdida de la autoconciencia”.

El hombre emplaza lo material por encima de la conciencia, del yo interno, encontrando un escape en los excesos: narcisismo, consumismo, manipulación. Pensadores como Sigmund Freud (1856-1939) han mencionado sobre la condición humana del hombre: “Que el medio ambiente influye en forma parcial o totalmente sobre el individuo”. Mientras que Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) explica que “El hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que lo corrompe”.

Si ha existido algo que ha salvado a la humanidad de la barbarie producida por las diferentes guerras mundiales, es la suma de los actos de la gente buena, que ha logrado expandir con sus acciones la luminosidad de su ser, pese a poner en ocasiones en peligro su propia vida.

Un maestro observó que un escorpión se estaba ahogando y decidió retirarlo del agua, pero cuando lo hizo el escorpión lo picó. Por la reacción de dolor se le cayó el animal al agua, empezando a ahogarse nuevamente.

El maestro intentó sacarlo otra vez y otra vez el animal lo picó. Alguien que estaba viendo se le acercó y le dijo: «¿Perdone, pero usted es terco no entiende que cada vez que trate de sacar al escorpión del agua lo va a morder? El Maestro le respondió: «La naturaleza del escorpión es picar y no va a cambiar la mía, que es ayudar¨. Así que sirviéndose de una hoja, lo tomó del agua y le salvó la vida al escorpión.

La naturaleza del hombre puede estar siempre en entredicho, sin embargo si te vales de tu poder de elección podrás tomar la mejor opción que es el camino de los actos correctos, aunque estos intentos se encuentren cortados por personas que solo conocen la maldad como única forma de vida.

Tú decides cuál es el aroma y el color que quieres impregnar en tu universo personal.

Emerson (1803-1882) escribió esta frase: “Los hombres grandes son aquellos que sienten que lo espiritual es más poderoso que cualquier fuerza material, y que son las ideas las que rigen el mundo”.

Convierte este planeta es un lugar mejor, inspira con tu ejemplo a más personas a seguir practicando actos llenos de amor y bondad; tú eres un artífice valiente de la gran obra del mundo.

Fuente: El sol de Tampico

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