Columnas

Nació, no murió

ARMANDO JUÁREZ BECERRA

Una Navidad más, un año menos de vida, una multiplicación de cosas bellas que no cuestan nada, pero que valen mucho, cosas que me hacen sentir que soy rico, que no me falta nada y que de lo único que carezco es de cosas superfluas, inútiles; esa es la secuela que me deja el recuerdo del nacimiento de Jesús durante las reuniones con la familia y con los amigos.

Y todo ese cúmulo de felicidad se deriva, sin duda alguna, del sentimiento de amor que nace desde el fondo de nuestra alma hacia los demás, despojado de odios y rencores, enriquecido solo con actos de bondad y buena voluntad.

El amor que se acrecienta en las fiestas navideñas no tiene precio y tan valioso es el que se profesan los ricos como los pobres, es un valor moral que no se encuentra en ningún mercado, salvo en el banco del corazón.

Cuando yo era funcionario en Gobierno del Estado, convivía con familias de alto nivel económico y también con los trabajadores de sus ranchos, ambos tenían hijos pequeños y cuando yo les preguntaba si alguno de ellos se iría a vivir a la casa del otro, obteniendo con ello, los pobres, juguetes y ricas viandas y los ricos, libertad para hacer lo que les gustara, ninguno estaba dispuesto al cambio, porque ello implicaba perder el amor de sus padres.

El amor vale por todo lo que existe en el mundo, es el motor lo que mueve la voluntad de los hombres y es el amor el único mandato, si asi se le puede llamar, que Dios dejó a sus hijos, porque Él sabe que habiendo amor entre la humanidad, entonces habrá paz y felicidad en todo el orbe.

No es casual que el recuerdo del Niño Dios nos mueva a la compasión, a los actos de buena voluntad, esa es la esencia de su venida al mundo de los humanos, El vino porque era el portador de una mensaje de Dios en el sentido de que solo a través del amor encontraríamos la paz espiritual y la salvación de nuestra vida futura.

Podrá decirse que ricos son tanto quienes disfrutan de todo lo que se puede comprar, como los que son felices con los bienes espirituales, luego entonces quien posee ambos privilegios, no solo es rico, sino poderoso.

Pero cuidado, la riqueza material para obtenerla hay quienes llegan a la ruina moral y a la riqueza espiritual solo se llega por un único camino: El que nos conduce a Dios.

Yo me disculpo con mis tres lectores por estas disquisiciones mías, que más que explicaciones sobre el tema de la Navidad y del amor, son confesiones del alma que llegan con el recuerdo del niño que después fue sacrificado por la maldad del mundo, para que viviera por siempre en el corazón de la humanidad entera.

P.D.- Como decía Facundo Cabral: Hay gente tan pobre, que lo único que tiene es dinero.

E-mail:

aarmando_juarezbecerra@hotmail.com

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