Columnas

Implantes cerebrales, y el fin de las escuelas

LUIS APPERTI

La semana pasada circuló en diferentes medios una nota que mencionaba, los implantes cerebrales de Google, harían obsoleto el ir a la escuela en los próximos años; que con solo desearlo, cualquier información que necesitáramos, la podíamos obtener de manera instantánea con solo desearlo.

En algunos casos, se menciona incluso, que estos implantes estarían disponibles en el mercado para ser adquiridos en 10 mil dolares, en los siguientes meses.

La realidad es que todos los gigantes tecnológicos, al igual que muchas universidades tienen ya varios años trabajando en lograr la conexión del cerebro humano con una máquina.

La singularidad tecnológica (que ya hemos mencionado aquí), se alcanzará en el momento en que tengamos una interfase entre un ser humano y una máquina, y de acuerdo a las predicciones de Ray Kurzweil, esto estará pasando en algún momento entre 2030 y 2035.

A partir del momento en que tantas empresas con recursos ilimitados, instituciones muy serias y científicos dedicados de tiempo completo a la investigación y desarrollo de esta neurociencia, estamos convencidos que esta interfase esta muy cerca de concretarse.

Analizando este escenario, existen temas mucho más profundos respecto a las implicaciones éticas que un avance de estas dimensiones lleva implícito. Imaginemos simplemente el que cualquier ser humano tengamos acceso a un conocimiento infinito e ilimitado, como podríamos definir los límites entre el bien y el mal, la vida y la muerte, quien tendría el poder de definir esos límites y hacer que se respetaran.

De una cosa podemos estar ciertos, con la velocidad alucinante que está cambiando la tecnología, estoy seguro que esta conexión del cerebro humano a una inteligencia artificial, no va a ser exclusiva de alguna empresa o persona, van a surgir múltiples opciones, vamos a experimentar avances que hoy no somos siquiera capaces de comprender.

Seremos testigos de un mundo pleno de abundancia, equilibrios y descubrimientos maravillosos. De la misma manera, seguramente vamos a sufrir las consecuencias de la mezquindad característica del ser humano, que en el afán de sentirse superior, va a querer utilizar esta tecnología para monopolizar el poder y ejercer control sobre los demás.

Fuente: Milenio

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