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Y AHORA… EL PLEITO POR LA ENCUESTA

Justo cuando parecía que Morena, de manera obediente, iba a acatar la orden presidencial de aplicar una encuesta para elegir a la nueva dirigencia nacional del partido, ahora emerge la disputa entre las distintas corrientes sobre la forma en cómo se aplicará el dichoso sondeo.

Al respecto, las posiciones están, como desde el inicio, bastante claras: los liderazgos de izquierda, los que provienen de la esencia morenista, proponen que la encuesta sea aplicada entre los militantes.

Esos liderazgos, como todos saben, son femeninos: Bertha Luján, presidenta del Consejo Político de Morena; y Yeidckol Polevnsky, secretaria general en funciones de presidenta del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Morena.

En la otra esquina, se ubican los otros dos aspirantes a la dirigencia del Movimiento de Regeneración Nacional: Mario Delgado, líder del Grupo Parlamentario del partido de la 4T en la Cámara de Diputados; y Alejandro Rojas Díaz Durán, ex asesor de la bancada morenista en la Cámara de Senadores.

Para precisar a qué interés responde cada uno, vale señalar que Mario Delgado es el brazo derecho de Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores (y en sus cada vez menos ratos libres Secretario de Gobernación y Secretario de Seguridad Pública); y Alejandro Rojas no mueve un dedo sin indicación de Ricardo Monreal, coordinador de la bancada de Morena en la Cámara de Senadores.

Ellos quieren que la encuesta sea aplicada de manera abierta, que se le pregunte a los ciudadanos, aunque no sean militantes morenistas, quién les gustaría que ocupara la presidencia del partido lopezobradorista.

¿Hacia dónde se inclinará la balanza de la dichosa encuesta morenista? ¿Hacia un sondeo aplicado entre militantes probados y comprobados de la Cuarta Transformación o hacia los ciudadanos en general?

El dilema morenista -al fin dilema político- no sólo es de ‘forma’, sino también es de ‘fondo’. Es un dilema que gira en torno a la identidad del Movimiento de Regeneración Nacional: ¿Qué quiere ser Morena?

Incluso, se puede partir de una pregunta todavía más elemental, en torno a su presente: ¿Qué es Morena? ¿Qué es en la actualidad?

Para comenzar, Morena no es todavía un partido. Es una organización política que se encuentra en construcción. Su vertiginoso ascenso al poder presidencial -en base a la popularidad de su fundador- rebasó a la estructura que pretende ser partidista.

Morena es un movimiento social. Tiene un líder más que visible (el presidente de la república). Cuenta, además, con liderazgos que encabezan las distintas corrientes que tratan de convivir al interior del movimiento.

Esos liderazgos son los que se disputan la dirigencia nacional de Morena en su intento por avanzar en el juego de ajedrez político interno, cuyo punto culminante será la sucesión, en 2024.

Bertha Luján representa los intereses de Claudia Sheinbaum, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México que quiere llegar a Palacio Nacional; Mario Delgado es el alfil de Marcelo Ebrard para apoderarse del movimiento y convertirlo en partido (‘institucionalizarlo’, dirían con claro tono priista); Alejandro Rojas, ya se dijo, lleva agua al molino de Ricardo Monreal; y Yeidckol… bueno… Yeidckol se impulsa a sí misma, con el apoyo de algunos fundadores y de ciertos senadores.

Todos ellos saben que quedarse con el comité nacional de Morena les permitirá partir y repartir el pastel que significan las candidaturas a las 14 o 15 gubernaturas (depende si Baja California cubrirá un periodo de 2 o 5 años), así como de las 300 nominaciones a diputados federales, sin olvidar los procesos locales (caso Tamaulipas) que estarán en juego en el proceso electoral de 2021.

El problema de Morena es que no existe disposición para establecer acuerdos que trasciendan. No se percibe voluntad para construir algo más que un movimiento que gira en torno a un sólo hombre.
El mejor ejemplo es la dichosa encuesta. Cuando se reveló el resultado de la reunión convocada por Claudia Sheinbaum hace unos días, Mario Delgado y Alejandro Rojas ya festejaban y expresaban a través de sus voceros que no les iban a dar jugada a los simpatizantes de Bertha Luján y a Yeidckol Polevnsky. ¿Eso es hacer política? ¿Neta?

El tema a discutir entre los morenistas en las semanas por venir -y ya se acerca el fin de año- será cómo se aplica la encuesta para elegir a la nueva dirigencia nacional: ¿abierta o a la militancia?

Faltarían, por supuesto, las preguntas técnicas: ¿Cuántas encuestas? ¿Cuántas personas entrevistadas? ¿Quién o quiénes aplicarían el sondeo? ¿Qué preguntas se harían?…

Existe otra pregunta, fundamental para el futuro de Morena: ¿Se pondrán de acuerdo alguna vez los diferentes grupos y liderazgos de la 4T?

Cada vez hay más gente que lo pone en duda.

Fuente: Expreso.press

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