Columnas

Quién fue Quién fue Federico Nietzsche

Para nuestra generación penetrar a través de la lectura en el mundo cultural de la obra de Nietzsche era un auténtico desafío que nos provocaba uno de esos típicos y característicos estados de angustia por estar enfrente de un innovador y contundente filósofo de la modernidad, que pregonaba la filosofía contundente de que las personas débiles deberían desaparecer de la faz de la tierra que según él debería ser gobernada por los que practicaran la filosofía del poder. Es decir, el súper hombre.

Quien puede olvidar aquel fragmento en «Así hablaba Zaratustra» donde el anacoreta desciende de la montaña arropado con una serpiente y un águila para informarles a los que no sabían, «Que Dios había muerto». Federico Nietzsche realizó estudios de filosofía, teología, filología, en donde demostró un gran talento en la universidad de Leipzig, para posteriormente pasar a formar parte del cuadro de catedráticos de la universidad de Basilea hasta que renunció después de diez años debido al grave deterioro de su salud mental.

La influencia de Nietzsche en el mundo contemporáneo ha sido muy grande. Le han dedicado a su obra especial atención dos notables filósofos existencialistas, Jaspers, y Heidegger, su obra influyó en colosales escritores como Camus, Malraux y Gidé, entre otros. Pero sobre todo inspiró a los ideólogos del nacional socialismo alemán. Por su talante pesimista y provocativo ha sido catalogado junto con Marx y Freud como el maestro de la sospecha. Se le considera uno de los grandes artífices de la modernidad y paradójicamente agrego yo, uno de sus más acérrimos críticos.

Descendiente de pastores evangélicos, Nietzsche vivió desde niño rodeado por un cálido círculo femenino de sincera piedad religiosa, que giraba en torno de su hermana Isabela, quien a su muerte (la de Nietzsche) recibió todo el reconocimiento que el Gobierno Alemán de Adolfo Hitler volcó postmortem sobre la obra del brillante filósofo alemán. Es más, establecen sus biógrafos que la manutención de la hermana de Nietzsche corrió por cuenta del Gobierno Nazi mientras ejerció poder hasta que fue derrotado por los aliados.

Federico Nietzsche odiaba al hombre normal, como él no podía serlo, se veía condenado a ser único y se ensalzaba por encima de la normalidad creando lo que posteriormente el mundo conocería como la filosofía del súper hombre.

El orgullo lo llevó a ser destructivo. Para Heidegger, Nietzsche es el profeta del nihilismo consumado. Arremetió contra todo y contra todos. Atacó el ateísmo optimista, criticó la cultura, la religión y el progreso, fue especialmente duro contra la moral, contra toda moral, excepto la del súper hombre: La voluntad del poder. Para él toda moral se enmascara en un egoísmo radical, en una gran hipocresía.

Queda como rescatable la fidelidad a la tierra, que proponía la afirmación de la vida, el afán de superación, la convicción de que los pusilánimes y los flojos son marginados por la historia, y sobre todo una no despreciable dosis de verdad aún en lo radical y exagerado de su crítica, es decir, la explicación sustentable que hizo célebre a Nietzsche de que los débiles deberían de ser suprimidos.

Nietzsche fue consciente como nadie de lo doloroso y terrible que es el vacío religioso asumido a fondo, él confesó «Nunca volveré a orar, nunca volverás a adorar, no volverás a descansar en una confianza sin límites, ya no existe razón alguna en todo cuanto ocurre, no hay amor en todo lo que personalmente te afecta, ¿quieres renunciar a todo? aún no ha existido nadie con energía para ello».

La obra filosófica de Federico Nietzsche es un estudio apasionado sobre la interpretación de la moral y la voluntad del poder. En el primer concepto sus estudios profundos sobre la moral tradicional estaba centradas fundamentalmente en una tipología moral de -amo y de esclavo- en la descripción de la dinámica que genera esta relación que él analiza desde su concepto de un espíritu libre y con la obligación de conducir a la humanidad a su superación definitiva; el filósofo alemán sostenía que la distinción entre el bien y el mal fue originalmente descriptiva o sea una referencia amoral a aquellos que eran privilegiados (los amos) en contraste con los que eran inferiores (los esclavos). De esta observación desprende el bien y el mal que surge del contraste, bueno-malvado, convirtiéndose los esclavos cuando se vengan en los buenos, por lo tanto los favorecidos deberían convertirse en poderosos, porque de esta forma evitarían que los sumisos (buenos) heredaran la tierra.

También su trabajo filosofal giró extensivamente sobre la no existencia de Dios. Pero eso ya es un tema muy debatido y que la modernidad lo ha ido interpretando de diferentes formas al grado de incurrir en la perversidad de transformar un concepto deísta en todo aquello que sea acumulación de bienes y poder de compra; sobre en el que actualmente giran los movimientos humanos modernos que su vida la desarrollan lamentablemente sobre el consumo y el tener, no la producción y deber ser. Lo que importa es adquirir sin tomar en cuenta el método.

Un aspecto valioso de la existencia de este filósofo alemán es la relación prolongada y crítica que sostienen durante su vida con el filósofo Schopenhauer, que es también una estrella de la filosofía teutona en la que Adolfo Hitler fundamentó sus tesis gubernamentales, además su vinculada existencia con ese genial artista que era el músico preferido de Adolfo como lo fue

Wagner, que algunas de sus más célebres composiciones fueron creadas para satisfacer el espíritu artístico del führer (el guía).

Los últimos días de Nietzsche son conmovedoramente trágicos, como un gigante enfurecido lo cuestionó todo, pero su enorme esfuerzo acabó trastornándolo, en medio de su locura se creía el Dios Dionisio y en ocasiones llegó a firmar como el crucificado.

Terrible aventura, como el mismo lo percibió, caer en la tentación de la antigua serpiente: «Seréis como Dioses». Sentenció.

Correo:

notario177@msn.com

—-

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LETRA PÚBLICA

QUIEN FUE FEDERICO NIETZSCHE

RODOLFO SALAZAR GONZALEZFederico Nietzsche

Sin duda que uno de los pensadores profundos e iconoclastas que más influencia ha tenido en la configuración del pensamiento filosófico moderno es Federico Nietzsche.

Para nuestra generación penetrar a través de la lectura en el mundo cultural de la obra de Nietzsche era un auténtico desafío que nos provocaba uno de esos típicos y característicos estados de angustia por estar enfrente de un innovador y contundente filósofo de la modernidad, que pregonaba la filosofía contundente de que las personas débiles deberían desaparecer de la faz de la tierra que según él debería ser gobernada por los que practicaran la filosofía del poder. Es decir, el súper hombre.

Quien puede olvidar aquel fragmento en «Así hablaba Zaratustra» donde el anacoreta desciende de la montaña arropado con una serpiente y un águila para informarles a los que no sabían, «Que Dios había muerto». Federico Nietzsche realizó estudios de filosofía, teología, filología, en donde demostró un gran talento en la universidad de Leipzig, para posteriormente pasar a formar parte del cuadro de catedráticos de la universidad de Basilea hasta que renunció después de diez años debido al grave deterioro de su salud mental.

La influencia de Nietzsche en el mundo contemporáneo ha sido muy grande. Le han dedicado a su obra especial atención dos notables filósofos existencialistas, Jaspers, y Heidegger, su obra influyó en colosales escritores como Camus, Malraux y Gidé, entre otros. Pero sobre todo inspiró a los ideólogos del nacional socialismo alemán. Por su talante pesimista y provocativo ha sido catalogado junto con Marx y Freud como el maestro de la sospecha. Se le considera uno de los grandes artífices de la modernidad y paradójicamente agrego yo, uno de sus más acérrimos críticos.

Descendiente de pastores evangélicos, Nietzsche vivió desde niño rodeado por un cálido círculo femenino de sincera piedad religiosa, que giraba en torno de su hermana Isabela, quien a su muerte (la de Nietzsche) recibió todo el reconocimiento que el Gobierno Alemán de Adolfo Hitler volcó postmortem sobre la obra del brillante filósofo alemán. Es más, establecen sus biógrafos que la manutención de la hermana de Nietzsche corrió por cuenta del Gobierno Nazi mientras ejerció poder hasta que fue derrotado por los aliados.

Federico Nietzsche odiaba al hombre normal, como él no podía serlo, se veía condenado a ser único y se ensalzaba por encima de la normalidad creando lo que posteriormente el mundo conocería como la filosofía del súper hombre.

El orgullo lo llevó a ser destructivo. Para Heidegger, Nietzsche es el profeta del nihilismo consumado. Arremetió contra todo y contra todos. Atacó el ateísmo optimista, criticó la cultura, la religión y el progreso, fue especialmente duro contra la moral, contra toda moral, excepto la del súper hombre: La voluntad del poder. Para él toda moral se enmascara en un egoísmo radical, en una gran hipocresía.

Queda como rescatable la fidelidad a la tierra, que proponía la afirmación de la vida, el afán de superación, la convicción de que los pusilánimes y los flojos son marginados por la historia, y sobre todo una no despreciable dosis de verdad aún en lo radical y exagerado de su crítica, es decir, la explicación sustentable que hizo célebre a Nietzsche de que los débiles deberían de ser suprimidos.

Nietzsche fue consciente como nadie de lo doloroso y terrible que es el vacío religioso asumido a fondo, él confesó «Nunca volveré a orar, nunca volverás a adorar, no volverás a descansar en una confianza sin límites, ya no existe razón alguna en todo cuanto ocurre, no hay amor en todo lo que personalmente te afecta, ¿quieres renunciar a todo? aún no ha existido nadie con energía para ello».

La obra filosófica de Federico Nietzsche es un estudio apasionado sobre la interpretación de la moral y la voluntad del poder. En el primer concepto sus estudios profundos sobre la moral tradicional estaba centradas fundamentalmente en una tipología moral de -amo y de esclavo- en la descripción de la dinámica que genera esta relación que él analiza desde su concepto de un espíritu libre y con la obligación de conducir a la humanidad a su superación definitiva; el filósofo alemán sostenía que la distinción entre el bien y el mal fue originalmente descriptiva o sea una referencia amoral a aquellos que eran privilegiados (los amos) en contraste con los que eran inferiores (los esclavos). De esta observación desprende el bien y el mal que surge del contraste, bueno-malvado, convirtiéndose los esclavos cuando se vengan en los buenos, por lo tanto los favorecidos deberían convertirse en poderosos, porque de esta forma evitarían que los sumisos (buenos) heredaran la tierra.

También su trabajo filosofal giró extensivamente sobre la no existencia de Dios. Pero eso ya es un tema muy debatido y que la modernidad lo ha ido interpretando de diferentes formas al grado de incurrir en la perversidad de transformar un concepto deísta en todo aquello que sea acumulación de bienes y poder de compra; sobre en el que actualmente giran los movimientos humanos modernos que su vida la desarrollan lamentablemente sobre el consumo y el tener, no la producción y deber ser. Lo que importa es adquirir sin tomar en cuenta el método.

Un aspecto valioso de la existencia de este filósofo alemán es la relación prolongada y crítica que sostienen durante su vida con el filósofo Schopenhauer, que es también una estrella de la filosofía teutona en la que Adolfo Hitler fundamentó sus tesis gubernamentales, además su vinculada existencia con ese genial artista que era el músico preferido de Adolfo como lo fue

Wagner, que algunas de sus más célebres composiciones fueron creadas para satisfacer el espíritu artístico del führer (el guía).

Los últimos días de Nietzsche son conmovedoramente trágicos, como un gigante enfurecido lo cuestionó todo, pero su enorme esfuerzo acabó trastornándolo, en medio de su locura se creía el Dios Dionisio y en ocasiones llegó a firmar como el crucificado.

Terrible aventura, como el mismo lo percibió, caer en la tentación de la antigua serpiente: «Seréis como Dioses». Sentenció.

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QUIEN FUE FEDERICO NIETZSCHE

RODOLFO SALAZAR GONZALEZ

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