Lealtad al Presidente
LIÉBANO SÁENZ
Con frecuencia resulta fácil opinar sobre los militares sin considerar los principios y valores que mueven al sector castrense. Las diferencias que hay en materia política o el descontento de algunos con la situación, particularmente en materia de seguridad, les hace pensar que algo debe estar ocurriendo con el sector militar. Situaciones de otros países, donde ha habido desencuentro del poder civil con el castrense, suelen tomarse como referencia de lo que podría ocurrir en México.
La circunstancia acá es diferente a partir de la realidad y la historia de nuestro Ejército y Marina. A nuestras fuerzas armadas las caracteriza un sentido de lealtad ya centenario. Por esta consideración es relevante que los titulares de la Secretaría de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, y de Marina, Rafael Ojeda Durán, hayan refrendado la lealtad de las fuerzas armadas al Presidente de la República. La expresión es oportuna, en el sentido de despejar la especulación ligera sobre una supuesta inconformidad de los militares y marinos con el desempeño general del gobierno o con alguna de sus determinaciones. Las fuerzas armadas no defraudarán al pueblo de México. La lealtad de los militares es a las instituciones, las que se rigen por la Constitución y la ley.
La más importante de éstas es la Presidencia de la República y como tal, el Presidente sabe que cuenta con el respaldo en condición no solo de autoridad suprema, sino como representante del Ejecutivo federal. Los militares no están en la política, tampoco para ellos son relevantes los términos del consenso o del debate nacional. Su tarea es cumplir su responsabilidad con lealtad en el plano que determinan las leyes y las instrucciones del Presidente de la República. La situación del país los ha llevado a emprender tareas más allá de las convencionales. Desde hace tiempo son el soporte más confiable del poder civil en materia de seguridad pública y en ocasión de siniestros naturales.
La disciplina que les caracteriza es garantía de orden, lealtad y obediencia. Aunque no es indispensable para las fuerzas armadas, sí es útil que el poder civil y la sociedad sean consecuentes con el sentido de lealtad que les caracteriza.
La sociedad las reconoce como altamente confiables y garantes de la paz social. Por lo mismo, lo natural es que deba asumirse ante ellos una postura de respeto y de correspondencia. Hay reconocimiento de su servicio al país, pero también es necesario entender las condiciones que hacen necesaria su presencia en tareas en materia de seguridad y también en temas estratégicos vinculados con la seguridad nacional. El soldado cumple, obedece, no discute, no opina. Son momentos singulares los que vive el país. El arribo de López Obrador al gobierno conlleva cambios importantes en muchos aspectos del ejercicio del poder.
Las fuerzas armadas han sido y serán para lo que venga su soporte mayor, como lo han mostrado de manera invariable durante este primer año de gobierno. Los militares y marinos no están para participar en el debate sobre la seguridad del país, esa es tarea de los funcionarios, de los políticos, expertos y medios de comunicación.
Su tarea es estar dispuestos a cumplir las órdenes del Presidente en el contexto de la Constitución y de las leyes, como lo han expresado los titulares responsables, y como lo han realizado a lo largo de este siglo. Son tiempos difíciles y desafiantes. Lo que viene será más. Afortunadamente el país cuenta con muchas fortalezas.
Los mexicanos ejercen sus derechos y libertades para inconformarse, sin restricción alguna. Uno de los activos más preciados en el sistema democrático en el que vivimos es la lealtad firme e indeclinable de las fuerzas armadas a las instituciones. La lucha contra el crimen organizado no es de un gobierno, es de todo el país. Ganar la batalla requiere de la unidad de todos.
La sociedad deberá participar mucho más, desde luego, sin declinar su exigencia a las autoridades, pero también con el uso efectivo del poder de la denuncia. El gobierno de México ha presentado a su contraparte estadunidense definir mecanismos que permitan abatir el flujo de armas ilegales al territorio nacional. La capacidad de fuego del crimen organizado ha crecido y sus finanzas también. Los soldados enfrentan a un enemigo perverso, sin escrúpulos, sanguinario y bien armado.
La colaboración global de inteligencia, restricción del tráfico de armas y lucha contra el lavado de dinero, permitirá ir ganando terreno. Las fuerzas armadas son garantía y su participación en la conformación de la Guardia Nacional, seguramente habrá de rendir también resultados promisorios en un futuro próximo.
La lealtad al Presidente es un principio fundamental e indeclinable de las fuerzas armadas nacionales. Es el resultado de nuestra propia historia y es una convicción propia del soldado mexicano.
El Presidente lo entiende, y es la razón por la que su gobierno ha descansado de manera creciente en soldados y marinos las tareas fundamentales para el gobierno.
@liebano