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Edipo Rey

RODOLFO SALAZAR GONZÁLEZ

Homero y Sófocles son los dos gigantes, entre muchos, del pensamiento universal, son el espíritu griego que perdura aún en los días modernos en que vivimos con sus obras inmortales que se convirtieron en fuentes eternas donde abrevan los creadores de los mitos y los símbolos de la humanidad.

Sófocles es el padre de la tragedia griega, nadie como él para llevar a escena el drama humano, nadie como él para interpretar en una obra de teatro las patologías sociales que desvían y envilecen la vida humana. Se valió de dioses y de doncellas, pero logró descifrar para la posteridad, donde estaba el principio de la decadencia, que hoy no podemos detener y que amenaza como en el pasado enfrentarnos los unos contra los otros, como si no hubiéramos sufrido ya esa imperdonable confrontación. Si los jóvenes supieran, si los viejos pudieran.

«Edipo Rey» es la obra cumbre de Sófocles, en su contenido y alcance, Freud encontró la respuesta a los nudos de la conducta humana. Fue el psiquiatra austriaco quien desentraña la conducta de los personajes de la tragedia para utilizarlas e ir explicando cómo el drama estaba vivo y palpitante en la conducta de los seres humanos, que víctimas de una moral victoriana se ahogaban en los profundos lagos de la histeria y la locura.

La literatura sirve para interpretar la realidad, nadie pone en duda que la realidad es confusa. De allí el prejuicio sobre los intelectuales que trabajan permanentemente con la realidad; porque a través de su talento y su imaginación la llevan a la más cruda y dolorosa interpretación, llegando a convencer a quienes la consumen que ésta no existe, que es la fantasía de la que escriben. Es un intento de no aceptar la realidad. Es un fallido esfuerzo de no querer aceptar que somos los hombres los que contaminamos y hacemos confuso nuestros días.

En «Edipo Rey», Sófocles desarrolla el drama de este personaje, quien es hijo de Layo y de Yocasta, el primero es rey de Tebas, y por esa razón puede tener comunicación con los dioses. Un oráculo le informa a Layo que él sería asesinado por su hijo Edipo; lo que provocó que Layo abandonara a Edipo recién nacido sobre el monte Citarón.

Allí fue recogido por unos pastores que lo llevaron con el rey de Corinto, quien lo educó como si fuera un hijo propio hasta que se convirtió en un hombre. Ya convertido en un joven prometedor, recibió el aviso de los dioses que lo aconsejaron que no regresara a su patria, porque estaba destinado a dar muerte a su padre y a tener relaciones sexuales con su madre.

Convencido de esta maldición, Edipo se ausentó de Corinto y no volvió nunca más a aquella ciudad. Pero en su camino encontró a Layo y lo mató a consecuencia de una disputa. Más adelante se encontró a la Esfinge, quien asolaba los alrededores de Tebas devorando a quien no adivinase sus enigmas. Cerón, sucesor de Layo, había prometido el trono y la mano de Yocasta a quien librara del monstruo a la comarca.

Adivinando Edipo el enigma fue coronado rey y se casó con su madre sin conocerla.

Cuando se dieron cuenta de lo que había pasado, Yocasta se ahorcó, y Edipo después de haberse saltado los ojos, huyó de Tebas y se dedicó a vagar víctima de su desgracia de la mano de su hija y hermana Antígona.

Freud utilizó -para explicar la histeria muy propia en los tiempos en que él ofrecía sus servicios de psiquiatra en los gélidos días que vivía en medio de sus libros en la Suiza de su época- el término Edipo, para tipificar y explicar el «complejo de Edipo, que consistía fundamentalmente en esa relación erótica que se inicia entre el hijo y la madre, cuando éste es amamantado por su progenitora. Quedando grabado en el inconsciente -según Freud- la indestructible fijación del hijo a pesar de llegar a ser adulto de sentirse atraído inexplicablemente por su madre.

Gabriel García Márquez siempre estará presente en todo aquello que tenga que ver con la vida, la literatura, el poder, la soledad y la fama; para plasmarla a través de su genio en letras inmortales que con el tiempo serán testimonios inapelables de la grandeza intelectual de este gigante latinoamericano.

No podía pasar por alto la importancia de la obra de Sófocles y la adaptó a la realidad latinoamericana, a través de una formidable película que dirigió y escribió con capital español, colombiano y argentino. Donde adapta a la perfección el drama de Layo, de Yocasta y de Edipo.

En el filme de García Márquez, Edipo es el alcalde de una ciudad en el Caribe, que vaga inconscientemente en el mundo desolador de la inocencia que representa conocer su verdadero destino en el que está escrito que se enamorara irremediablemente de la progenitora de sus días.

La obra de Sófocles adaptada por García Márquez se cumple a plenitud en un ambiente caribeño y citadino; el final es verdaderamente aterrador porque se proyecta a un Edipo alcalde ciego, extraviado en medio de un embotellamiento de automóviles modernos, pidiendo perdón a los dioses por el infierno en que se encuentra, a donde llegó víctima de su mal fario.

Esta película de García Márquez donde recrea con una fantasía inconcebible el drama de Sófocles, que el padre del Psicoanálisis, el Doctor Freud, denominó científicamente como “Complejo de Edipo”, está ambientada con todas las riquezas que se encuentran involucradas en la belleza de la naturaleza latinoamericana, donde predomina una vegetación exuberante, que en algunos instantes nos da la impresión de que no existe, que fue inventada por el genio incomparable del inventor del realismo mágico como una aportación más de su imaginación para que lo disfrutemos los que tenemos el placer de la lectura y el cinematógrafo.

Y, por último: Existe una escena incomparable en donde Edipo Alcalde nada en la alberca de su mansión presidencial acompañado de una mancha de tiburones mansos que obedecen, como si formaran parte de la nómina presupuestal, las instrucciones que les ordena Edipo Alcalde.

e-mail: notario177@msn.com

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