Columnas

Huele a drenaje

Todos sabemos la clase de sustancias que navegan en los sistemas de drenaje que existen bajo las grandes urbes. Nos imaginamos de qué están compuestos los fluidos que transitan en ellos y, asimismo, en el contexto del pensamiento, suponemos a qué huele, de qué color es y qué tipo de fauna crece, se alimenta, se reproduce y hasta muere en ellos.

Quise prolongar la entrega de esta mañana, porque, en realidad, llevaría en su nombre un término proscrito por las buenas costumbres y las leyes que rigen y regulan la libertad de expresión en los medios de comunicación serios y respetables, como lo es este. Sin embargo, considero, como lo dije arriba, que ya establecimos el contexto al que deseamos llegar.

Y es que lo mismo ocurre en la bendita política nacional y la manera “mexicanera” en la que se ejerce el uso del poder que, se supone, es otorgado y emanado desde las entrañas del pueblo quien es, también, el que a través de sus impuestos genera los salarios de los que ocupan cargos burocráticos en las altas esferas del aparato administrativo de nuestra República Mexicana.

En los últimos días hemos sido testigos de renuncias abruptas e inesperadas en casi todas las trincheras de primer nivel de la actual maquinaria de la administración pública federal. Algunas con argumentos que se avizoraron con prontitud y otras, en curioso contrasentido, con pretextos tan absurdos como inconcebibles y extraordinarios como aquel de que “…retrasé un avión y no es acorde al paradigma de la cuarta transformación”. Palabras más, palabras menos.

Lo más curioso es que detrás de cada movimiento, en mayor o menor medida, se ha destapado una serie de acusaciones e imputaciones, tanto de manera oficial como las lanzadas “al viento” para hacer mella en la imagen que el personaje en cuestión haya deseado conservar en el escaparate mediático para juicio de una ciudadanía cada vez más demandante.

A todo ello, un grupo de “ilustrados” analistas y sociólogos no titulados, presidentes de organismos y asociaciones civiles de observancia politóloga, han asumido ufanas posturas de sobrada sabiduría y han declarado cosas como “es la cloaca de la política”; “eso ha sido desde siempre”; “ya se sabía, pero nadie quería decirlo”; “tenía que llegar alguien a destapar la alcantarilla” y una muy larga serie de etcéteras que no tiene caso alguno enlistar en este espacio, gentil amigo lector.

No obstante, es nauseabundo el ver cómo se inunda de demagógica pestilencia y procedimientos a modo, el ambiente de la política y percatarnos de cómo se está viviendo el resultado de un “caldo de cultivo” que tuvo tantos sexenios para fermentarse al estar aderezado y “sancochado” con nombres, actos, hechos, documentos y lugares de los que hoy damos cuenta gracias a esas “renuncias forzadas” o “despidos voluntarios” que hemos atestiguado en lo que va de la presente administración.

Y es por esas últimas dos palabrejas del párrafo anterior que me atreví a poner a su amable dispensa la entrega de este día.

Pues si bien es cierto que el presente ejercicio del poder público es el responsable en gran manera de que estén saliendo a flote los “asientos”, también es verdad que durante el procedimiento, figuras claves de la actualidad se están viendo “salpicadas” de manera directa e indirecta. Lo lamentable es que, al parecer, dichas salpicaduras, están pasando por “ojos ciegos” de quien dice combatir con “brida y espada” la corrupción.

Como reza el viejo adagio, “para muestra basta un botón”. El caso de Manuel Bartlett quien, a pesar de ser evidenciado en un documento autoría de AMLO, por allá de los años noventa, hoy goza de los parabienes y simpatías de su otrora verdugo mediático. Más allá de eso, la lista de propiedades y cuentas ha sido tan bien documentada por los medios masivos, que no solo ha tenido que aceptar la existencia de esta, sino que hasta ha reconocido las relaciones personales para tratar de justificar los números que “a primer ojo” no cuadraban con la declaración “3 de 3”.

Lo mismo ocurrió con otras dos personas ligadas a la burocracia nacional, las cuales, por error o buena voluntad de asesores de contaduría o amistades involucradas en el aparato oficinesco del ayer, tuvieron otro tipo de consideraciones que muchos se les es negado por estar ajenos a las figuras del poder.

Sin duda alguna, hay que aplaudir que se esté saneando desde adentro y sin importar el que haya pasado tanto tiempo. Nos debemos alegrar de que los hechos hablen y las palabras callen. Debemos ensalzar la buena voluntad que se convierte en beneficios abiertos, claros e inmediatos.

Pero también debemos indicar que “o todos coludos o todos rabones” y que el político de la actualidad actúe con el ejemplo y sea el primero en respetar y hacer respetar las leyes y reglamentos que emanan de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

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