Columnas

Apertura en el transporte

AGUSTÍN JIMÉNEZ

Durante la segunda etapa de la revolución virtual, contemplada a partir de la generación de las redes sociales y hasta la llegada de las aplicaciones de los teléfonos inteligentes, hubo una migración sumamente interesante de los servicios comunes del mundo común al entorno digital. El que más impacto causó en la sociedad contemporánea fue, sin duda alguna, el del transporte público

Con la llegada del famoso “Uber”, muchos países, entre ellos México, observó un cambio en el paradigma que, otrora, habían impuesto el gobierno y los organismos sindicalizados acaparando este modelo económico. Existía un control de rutas, una calidad en el servicio, un determinado mueble para brindarlo, una supervisión directa de entidades gubernamentales y otras aleatorias que, durante un buen tiempo, supondrían, un control relativamente absoluto del medio en cuestión y, a pesar de ello, una irregularidad y un descontrol en el cobro del mismo.

Posteriormente, arribaron los taxis. Este sistema que en la zona sur de Tamaulipas no era muy socorrido, a menos que usted llegara a la Central de Autobuses o saliera de alguno de los hospitales públicos y hubiese una “línea” establecida en ese sitio. Por lo general, las llamadas “carreras” eran ofrecidas por los mismos carros de ruta y estaban peleadas “por el mejor postor”.

Con los taxis establecidos comenzaron ciertas irregularidades como la piratería, que fue sumamente difícil de erradicar, así como otros detalles que continúan hasta nuestros días, como la negativa a establecer una cuota de “banderazo” o de arranque y el establecimiento del costo a través del “taxímetro” por distancia recorrida y no por tiempo de uso, como se aplica en los estados de Aguascalientes, Querétaro, Guanajuato y otros. Aquí simplemente es “a ojo de buen cubero”, como dirían los abuelitos.

Esta relación con las administraciones gubernamentales terminó por bloquear los sistemas de transporte por “asociados libres” – Uber, Didi o Cabify – fortaleciendo así, una especie de duopolio sobre el servicio. No obstante, parece que esto ha llegado a su fin o, caso contrario, iniciará una polémica y una fiera competencia con consecuencias de pronósticos reservados.

Hace unos días llegó hasta mi correo electrónico una invitación para suscribirme a uno de estos servicios con el eslogan ¡Por fin en Tampico!, de nombre “In Driver”. Por curiosidad exploré la plataforma y la aplicación, y me sorprendió la sencillez con la que se me ofrecía “dar el servicio” con un vehículo particular y ganar dinero en mi tiempo libre. No me inscribí por el natural rechazo que ofrece una juventud que ya no poseo a este tipo de situaciones en las que ya me gana la desconfianza.

A la semana de ese aviso, tres conocidos míos, entre ellos un familiar cercano, ya relataban haber rentado el servicio “In Driver” a través de su celular y hablaban maravillas de la experiencia de precio, trato, calidad y seguridad que les había brindado la plataforma. Antes de la llegada del vehículo sabían quién pasaría por ellos, qué tipo de unidad los transportaría, cuáles eran las placas, etcétera. Y aseguraron que lo continuarían utilizando.

Este fenómeno traerá consigo una pelea en dos sentidos.

La competencia directa entre esta plataforma y sus similares – las que cité renglones arriba – las cuales también buscarán penetrar el mercado, principalmente el de las nuevas generaciones que sí están acostumbradas a contratar servicios desde “la nube” y pagar con dinero intangible desde sus celulares y, por otra parte, el de los choferes de rutas establecidas y taxistas que verán cómo, poco a poco, se va disminuyendo el flujo de usuarios y, por ende, una disminución en sus ganancias.

Eso último vendrá a reforzar la idea inmediata de un aumento en la tarifa del pasaje que deberemos pagar los “usuarios tradicionalistas” que, de alguna manera u otra, manifestamos la preferencia al servicio que conocemos y al que estamos acostumbrados por los años que tenemos de vida. El asunto es que de este tipo de consumidores, cada vez somos menos.

Tampico, Cd. Madero y Altamira, por razones que no tiene caso comentar en este espacio, se habían mantenido fuera de este rubro, pero no se podía vivir fuera de la dinámica de las nuevas tecnologías por mucho tiempo y todo parece indicar que el futuro nos está alcanzando y tendremos que adaptarnos al cambio, tanto los usuarios como los oferentes del servicio.

La pregunta es, ¿Qué sigue después de esto?, ¿Ya seremos testigo del reordenamiento de las rutas y la modernización de los vehículos?, ¿Esto obligará a iniciar las obras del tren ligero que tanta falta hace en nuestra zona conurbada?, ¿Hasta dónde se llegará en el aumento a la tarifa del transporte?

Creo, gentil amigo lector, salvo su mejor opinión, que estamos ante el inicio de la apertura forzada y revolucionaria de uno de los servicios que más “dolores de cabeza” le ha causado al gobierno y a buena parte de la población: el transporte público.

Sin duda, habrá que estar al pendiente.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

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