La 4T parece que no puede
David Ed Castellanos Terán
@dect1608
La Cuarta Transformación, no quiere más matices de corrupción y compadrazgo, por eso se aventó la primera gran limpia de las Administraciones Portuarias de México, destituyendo de la API Altamira, al grupúsculo corruptor de Ricardo Correa Chairez y compañía. Desafortunadamente a un mes de ese movimiento, la misma 4T en la persona de Javier Jiménez Espriú, titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), dejó muy en claro que no todos están al nivel que exige el presidente Andrés Manuel López Obrador, pues la Dirección General de la API, continúa acéfala.
A lo largo de la historia portuaria del país, el señor Correa, se permitió dar contratos millonarios a sus llegados, en el presente le tocó el turno a su ex gerente de Ingeniería en la API estatal con base en la ciudad fronteriza de Matamoros, Tamaulipas; desde enero que el coordinador de puertos Héctor López, habría nombrado a Correa, como Director de la API Altamira, se siguieron relamiendo los bigotes con millones de pesos, otorgándole a su grupo contratos por medio de invitación restringida de hasta 2 millones 824 mil pesos.
Hace un mes que Correa Chairez, fue baja de la API, entonces salieron a la luz los principales motivos de su destitución; jugarretas millonarias orquestadas por su principal operador, Héctor Olguín Alonso, un personaje con basta experiencia en el mundo de los puertos, y la administración pública federal, sin embargo, tuvo un paso oscuro durante el periodo de Julián Dip Leos, en APIALT, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), del pasado sexenio. En la actualidad se dedicaba a hacer amarres a su jefe Correa Chairez durante la Cuarta Transformación, el cual ya había sido rebasado por el poderoso Héctor Olguín.
Apenas en junio pasado, al más puro estilo de la soberbia sobrada que caracteriza a Olguín Alonso, se le adjudicó la obra superior a los 2 millones que correspondía al desmonte del camellón central, berma de servicio y desazolve de alcantarillas en libramiento y distribuidor vial carretera Tampico-Mante km 30+880, en el mencionado puerto de Altamira, que representa el segundo más importante de México, tercero de mayor carga y descarga del país.
Por detallitos como éste, denunciados ante la Secretaría de la Función Pública con pruebas contundentes, Correa Chairez fue removido, claro que también se fueron sus compinches, entre ellos Olguín, su principal operador, experimentado en hacer dinero como más le enoja al presidente de México, pero sobre todo con una reputación muy, pero muy dudosa.
Es importante precisar que los ajustes y la limpia dada en la API Altamira, repercutieron de tal manera que Luis Iván Gallardo Álvarez, Director de Fomento y Administración Portuaria, algo así como la jefe de las 16 API nacionales decidió renunciar, aunque hay quienes aseguran lo corrieron por exceder sus funciones, algo por demás contradictorio con la 4T, pues Gallardo Álvarez, venía actuando conforme lo marca el reglamento cívico y los mandamientos del presidente de México; no robar, no mentir, no traicionar.
Hace ya cuatro semanas que se dieron los cambios en la API Altamira, y a decir verdad, no sorprendieron a nadie, pues el Senador suplente de Ricardo Monreal, me refiero a don “payaso”, Alejandro Rojas Díaz Durán, había dejado entrever que los manejos de la Administración Portuaria Integral en el sur de Tamaulipas, estaban muy lejos de la conducta honesta, transparente y recatada que exige el presidente de los mexicanos Andrés Manuel López Obrador, quien a pesar de los neoliberales, viene regalando destellos de esperanza transformadora.
¿Quién será el padrino de este personaje en mención que se dio el lujo de tener dos veces el mismo puesto?
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