Columnas

Dos mujeres, un camino…

El Fogón

José Ángel Solorio Martínez

MORENA Tamaulipas, en los últimos días de septiembre, vivió vuelcos relevantes en su correlación de fuerzas interior. Primero, fue el asunto de la desaparición de Poderes; y luego, para cerrar la semana, la elección del Coordinador parlamentario de los lopezobradoristas. Uno y otro evento, impactaron de tal forma en la estructura de la IV Transformación en la región que sus efectos llegarán hasta el 2022.
La confrontación del Senado con la administración estatal, exhibió de manera nítida, evidente, los trafiques del parlamentario Américo Villarreal Anaya que en la penumbra, ha hecho con la administración panista.
Notoria la conducta de Ameriquito.
En las apariciones de la bancada senatorial morenista, se le percibió incómodo, avergonzado, agobiado, pusilánime. Todo el peso de la argumentación contra el gobierno local, fue en voz de la Guadalupe Covarrubias; toda la denuncia contra algunas áreas de Justicia, las pronunció la senadora tampiqueña.
Ameriquito, desde el fondo de la bola de senadores, parecía querer ocultarse. (Ahí están las fotos. Ni modo que lo niegue. Ahí están los videos; no hay forma de rechazarlo).
Otro dato: en corrillos, se da por hecho, que Ameriquito fue obligado a aparecer en las conferencias de prensa, por su coordinador Ricardo Monreal, toda vez que rehuía aparecer en esos actos.
¿Qué importancia tiene estos acontecimientos?
Casi nada: deja a Ameriquito, desprotegido de la sombra de la bancada lopezobradorista, para asuntos del 2022 en Tamaulipas.
Más claro: sin su socia Yeidckol Polewsky en el CEN de MORENA –se va en noviembre– y sin la égida de sus pares en el Senado, es un hombre en su dimensión real: pequeño, apocado, estólido, timorato y analfabeta político.
(Ya para que añadir, su patológica actitud de no pagar en restaurantes y cafés del estado que pretende gobernar).
En la disputa por el liderazgo en el Congreso tamaulipeco, Polewsky, actuó de manera aviesa, perversa. Fintó con la figura de Carmen Lilia Cantú Rosas, para negociar con el panismo tamaulipeco; y al parecer lo consiguió. Sólo que metió en un conflicto a la fracción parlamentaria de la VI T, toda vez que ocho legisladores optaron por elegir en forma democrática a Edna Rivera López. (cinco a favor y tres en contra).
Carmen Lilia, pagó el noviciado. Confió en el liderazgo de la presidenta nacional de MORENA. Y no era por ahí. Regresó de la CDMX, con la coordinación en la mano, con el único voto de Yeidckol; pero enfrentó la postura de ocho parlamentarios.
¿Por qué Yeidckol utilizó a Cantú Rosas?
Por una razón fundamental: la diputada Carmen Lilia, es externa. Es decir: chocó con los grupos fundacionales que legítimamente trabajan por representar a su partido en sus diversas tareas políticas.
¿Pudo ser la coordinadora la legisladora nuevolaredense?
Probablemente.
Si, ella hubiera trabajado un acuerdo político con las diferentes corrientes morenistas de Tamaulipas, otro gallo le cantara. Tomó el camino más sencillo, pero el menos funcional: el voto unipersonal de Polewsky. Y lo logró. El resultado ahí está.
Si Yeidckol pretende desestabilizar a MORENA Tamaulipas, se resistirá a la mayoría de los diputados morenos. Si actúa racional e inteligentemente, respetará la decisión democrática de sus correligionarios de partido en el Congreso local.
¿Quién gana si se impone el dedo de Polewsky?
Evidentemente: ella misma.
¿Quién triunfa si la coordinación queda en manos de Rivera López?
Obviamente: la mayoría de los diputados y la democracia interna de MORENA.
Úrgele unidad, prudencia e inclusión al lopezobradorismo regional.
Como telenovela: dos mujeres, un camino…

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