Opinión con sentido

Morena y el monstruo de mil cabezas

No deja de ser curioso que quien ha sido líder de Morena en los últimos tiempos no confíe en el padrón de militantes de la organización que dirige. Ayer mismo dio una explicación de por qué el padrón está manoseado y que el anterior encargado le heredó al hoy encargado unas cajas que, según ella, no sirven de mucho.  De ahí que ahora el dilema sea —entre otros— si se elige a la nueva dirigencia por encuesta o por votación nominal

Frente a Yeidckol Polevnsky está Bertha Luján, colaboradora cercana al hoy presidente López Obrador desde hace muchos años y presidenta del Consejo Nacional de la organización, quien está contra las encuestas. Mario Delgado, el hoy líder de los diputados morenistas, y Alejandro Rojas Díaz Durán, hombre cercano a Ricardo Monreal, el líder en el Senado, también competirá. Ambos prefieren el método de encuesta. Haciendo honor a la historia reciente de los partidos mexicanos, el debate, lleno de argumentos legales y políticos, de marrullerías y descalificaciones, está centrado en el quién y no en el cómo y el qué. Es decir: quién será capaz de construir este movimiento, cuyo resistol es Andrés Manuel López Obrador —su poder, su historia—, en un partido más allá del hoy Presidente y que lo sobreviva. Y la primera pregunta es si esto se puede. Porque si hoy lo que vemos son broncas entre los líderes nacionales de los partidos, las broncas en todos los estados son similares, en muchos casos peores. El imán que ha significado la posibilidad de ganar gubernaturas, congresos locales, presidencias municipales, lugares en la Cámara de Diputados, en la elección de 2021, provoca ya guerras intestinas en el movimiento. La elección de 2021 será fundamental no solo para Morena y este gobierno sino en muchos sentidos para el futuro de lo que el gobierno llama la cuarta transformación. El tamaño de Morena en la Cámara baja, pero sobre todo el número de gobernadores, presidentes municipales y congresos legales definirán la profundidad de los cambios propuestos por el Presidente o si estarán obligados a hacer política y negociar, cosa que hasta el momento han logrado evitar. La pregunta es si alguno de los cuatro —o si alguno más en la organización— tiene la visión y la capacidad de conducir ese proceso o si apostarán a que la popularidad del líder sea lo único que importe. 

@puigcarlos

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