Estado

Puente Constitucional

Maremágnum
Mario Vargas Suárez

Soy de los que sostienen que los ‘puentes laborales’ fueron ideados para enmascarar la fortaleza de los lazos familiares y propiciar el descanso de los trabajadores mexicanos -incluyendo la burocracia en sus tres niveles-.

La verdad es que me parece una excelente estrategia mercantilista que bajo la cortina del descanso y la familia, persuade para el consumismo, para gastar, para que el dinero circule en el mercado, porque ello favorece el movimiento de mercancías y por lo tanto a comprar hasta lo que no necesitamos.

En otras palabras, las autoridades laborales de todos los países buscan tiempo libre para los trabajadores y fomentar el consumismo.
Hacia mediados del siglo pasado los trabajadores de la iniciativa privada y los de la burocracia gubernamental laboraban hasta el sábado, a veces media jornada.

Sin embargo se empezó a poner de moda -propiciado por la Confederación de Trabajadores de México (CTM) entonces liderada por el mexiquense Don Fidel Velázquez Sánchez- la semana inglesa, que consiste en laborar de lunes a viernes.

La ‘idea revolucionaria’ que metieron las centrales obreras y campesinas en la mente de los trabajadores, fue que se buscaba el descanso semanal pagado fuera de dos días en lugar de uno.
La propuesta sindical desde luego fue aceptada ampliamente por la clase trabajadora, y en algunos casos fue motivo de luchas en algunas empresas cuyos empleadores se oponían a tan ‘descabellada’ prestación.
Conquistada la semana inglesa, el siguiente paso fue que el gobierno federal decretara oficial los ‘puentes laborales’ que bajo la imagen cívica o eclesiástica autoriza a todos los trabajadores para no laborar.
La Ley federal del Trabajo en México determina que los patrones pagarán la jornada laboral triple a aquellos empleados que siendo días festivos acudan a su centro de trabajo a desarrollar sus labores.
En este 2017, para celebrar los 100 años de La Promulgación de la Constitución General de los Estados Unidos Mexicanos, en Querétaro, se autorizó como puente el lunes 6 de febrero, considerando que el día 5 fue el aniversario.
Desde luego que no faltaron los despistados que aseguraron no hubo clases y se suspendieron las labores hasta en los bancos porque se celebró ¡El Día de la Bandera!
En todo caso el puente laboral se vivió, aunque en nuestro país, todo indica que las valentonadas de Donald Trump, tuvieron eco en la población fronteriza y las ciudades gringas que viven del comercio con los mexicanos de este lado, lucieron casi vacías.
Quienes viajaron por carretera el viernes, sábado y domingo rumbo a la frontera -Reynosa-Matamoros-, lo hicieron muy cómodamente porque no hubo saturación de tráfico, por el contrario.
Los puentes internacionales, según fotografías de los medios periodísticos y las redes sociales, lucían casi vacíos. No hubo filas o aglomeraciones. Las fotos y videos de los estacionamientos de hoteles, tiendas comerciales y restaurantes, también lucieron la ausencia de los mexicanos.
Hubo empleados de Gringolandia que confesaron esperaban una gran afluencia de mexicanos en este puente, pero el efecto Trump tuvo sus consecuencias.
El puente permitió conocer más de cerca el problema del gasolinazo fronterizo, cuando se corroboró que unas estaciones de servicio venden a $12.40 el litro de gasolina magna, con las correspondientes ‘colas larguísimas’; mientras hay gasolineras que la venden a 15:80, pero están vacías.

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