«¿Los muertos también votan?»
MÉXICO BRAVO… Por Alberto Ídem.
«¿Los muertos también votan?»
«¡Ay’jop de su pintoresca franquicia!», expreso para mis adentros, o más bien mis afueras y a punto de devolver lo tomado como desayuno apenas unas horas atrás, cuando llego este miércoles 21 de agosto con mi pequeño, en su última semana de vacaciones, a ocupar la mesa más cercana a los juegos infantiles de ese establecimiento, único de la marca trasnacional en Tampico, sólo por el gusto que el chiquillo le tiene a ese espacio de entretenimiento para niños. Resulta que por primera vez de las varias ocasiones que he ido ahí, siempre acompañado del peque, me encuentro con una pestilencia que empezó localizada, para no decir restringida, en esa área especialmente: la mesa más próxima a la puerta por donde se accede a los juegos, pero que terminó invadiendo todo el local. Realmente se trata de una peste nauseabunda esa que llena la atmósfera del interior de «Ihop», así que hablo con el encargado del lugar, un treintañero que, muy amable y apenado, me explica que están dándole mantenimiento al sistema de aire acondicionado del lugar. Pero cuando entro a ver a mi hijo al área de juegos, descubro que en realidad es un fuerte olor a ácido muriático, del que se usa para lavar los excusados, y ese tufo es muy semejante, eso sí, al que se percibe siempre en los sanitarios del mismo Ihop cada vez que uno va ahí. Inevitablemente pienso en el riesgo de intoxicación de los niños o incluso adultos, y recuerdo lo mucho que apestaban, hace como unos 5 años, los baños del Cinépolis de avenida Hidalgo en esta misma ciudad, hasta que descubrieron que en la azotea había un cadáver que llevaba varios días, en lo que fue una verdaderamente espeluznante historia macabra de la que cualquiera puede hallar los registros noticiosos en la red.
Todo lo anterior me lleva a pensar en la urgencia de un par de inspecciones: la de Coepris y otra de Protección Civil Tampico, y cuando me acuerdo de la historia del difunto aquel de los cines traigo a la cabeza el subtítulo coincidente que, en la víspera, decidí ponerle a la próxima columna, es decir, a esta que ahora escribo. «¿Los muertos también votan?». Me lo preguntaba ayer cuando escuchaba cómo se quejaba fervorosamente en la sala de regidores del palacio municipal porteño un sujeto de unos 60 años que afirmaba ser «militante» del PAN, al quejarse de la administradora de los panteones municipales de Tampico, debido a que ésta, hacía ver aquél, no estaba teniendo buen criterio para permitir que una tía suya (de él) fuese inhumada en la fosa familiar, como si había sucedido, lo afirmaba el tipo, con otros parientes suyos. Lo que sucedía en realidad, me argumentó la funcionaria, Liz García (exregidora panista) cuando le planteé el asunto vía whatsapp, es que el quejoso no estaba exhibiendo un solo documento que acreditara la propiedad del lote respectivo en el camposanto, y ni siquiera sabía, él mismo, dónde exactamente estaba la tumba que reclamaba como suya. ¡Vaya lío! Hasta un pedazo de tierra para enterrar a alguien se llega a reclamar esgrimiendo la militancia partidista…
Y a propósito de difuntos: los que quieren «revivir muertos», si no es que revivirse políticamente a sí mismos, cuales zombies, son todos esos exburócratas que, habiendo traicionado a su viejo partido, el PRI, habían garantizado «jale» en la nómina municipal de Tampico, como el también exregidor en el mismo período de la exedil García Aldape, Abel Pacheco. El otrora munícipe, ahijado político de Chuy Silva, dirigente de comerciantes, y además exguarura de este último, se sentía neopanista intocable, hasta que «terminó su ciclo» el mes pasado en la Comuna. Fuentes confiables le han revelado a este columnista que tanto él como sus recomendados, recién salidos igualmente del presupuesto público municipal, han entablado una demanda laboral contra el ayuntamiento, dizque por despido injustificado. Que no los den por muertos, aseguran…
Y otro Pacheco, bueno: no tan pacheco como el anterior, solamente de apellido, y cuyo nombre es Germán, fue visto desfilando ante la maestra Magdalena Peraza Guerra, ex alcaldesa porteña, en una de esas convocatorias que suele ella hacer sólo para sus amigos más cercanos. Ese día, hace menos de una semana, atendieron el llamado sus más leales amistades, entre ellos el extesorero Edgar Ánimas; el exdirector de Servicios Públicos, Juan José Berrios; y la exasistente de ella y ahora también exempleada del gobierno de Chucho Nader, Sonia Del Ángel. Con su presencia en ese encuentro, el extitular del ITIFE no estaría sino confirmando una de las verdaderas razones por las cuales salió del gobierno cabecista como tapón de sidra. ¿Será que como panista ya realmente ha expirado…?