Columnas

LA ELECCIÓN DEL ‘MINI’ PRI

HÉCTOR GARCÉS

Justo en el peor momento de sus 90 años de su existencia, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) realizará el próximo domingo su proceso para elegir a su nuevo presidente nacional.
Tres son los candidatos que buscan la dirigencia tricolor: Alejandro Moreno, gobernador con licencia de Campeche; Yvonne Ortega, ex gobernadora de Yucatán; y Lorena Piñón, ex delegada federal de la Secretaría de Relaciones Exteriores en Veracruz.
Con un padrón que dizque supera los 6 millones 750 mil militantes (cifra que es una ilusión o descarada mentira), el arcaico partido enfrentará en la jornada dominical su realidad: la fuga de priistas ha dejado a la organización fundada por Plutarco Elías Calles como un virtual esqueleto, una debilitada estructura territorial que se acentúa en los estados donde el priismo no es gobierno, como es el caso de Tamaulipas.
Ejemplo del derrumbe priista es la elección del pasado 2 de junio en territorio tamaulipeco, cuando se renovó el Congreso del Estado. El PRI solamente sumó 80 mil votos en la contienda por las 22 diputaciones locales, es decir, apenas rasguñó el 10 por ciento de la votación total.
Tras la pérdida de la gubernatura del estado en 2016, el declive tricolor en la entidad se aceleró el año pasado con la pérdida de las pocas presidencias municipales de relevancia que tenía en sus manos: Tampico, Matamoros, Ciudad Victoria y Río Bravo.
El último reducto de los priistas fueron las delegaciones federales operadas por el gobierno de Enrique Peña Nieto, áreas que fueron suprimidas a partir de la llegada de la Cuarta Transformación, que además aplicó un recorte de personal que dejó sin chamba a burócratas que simpatizaron con el priismo.
Sin embargo, el PRI todavía es gobierno en 12 estados: Estado de México, Campeche, Colima, Coahuila, Guerrero, Hidalgo, San Luis Potosí, Sonora, Sinaloa, Oaxaca, Tlaxcala y Zacatecas.
Ahí, en esa docena de entidades, es donde radica el poder económico y territorial que le queda al Revolucionario Institucional.
La fuerza parlamentaria del PRI es la más raquítica de su historia: 45 diputados federales y 14 senadores. La aplanadora legislativa priista se convirtió en una añeja y maltrecha carreta.
Peor todavía: los priistas perdieron presencia en la tribuna y, por tanto, los debates parlamentarios más críticos e incendiarios, tanto en el Senado como en San Lázaro, se registran entre legisladores de Morena y del PAN.
Miguel Angel Osorio Chong, por ejemplo, es un zombie que deambula sin brújula por la Cámara de Senadores. Nada queda de quien se vendió como un todopoderoso secretario de Gobernación en el sexenio peñanietista y creyera, con fe ciega, que sería candidato presidencial.
Eso es lo que pelearán Alejandro Moreno (mejor conocido como ‘Alito’), Yvonne Ortega y Lorena Piñón el próximo domingo: una presidencia nacional que operará como enlace o coordinadora política de los 12 estados que todavía gobierna el PRI.
El problema para ‘Alito’, que seguramente ganará la jornada interna dominical del priismo, es que en la elección de 2021, ocho de las 12 entidades gobernadas por el tricolor estarán en juego en las urnas: Campeche, Colima, Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas.
Si el PRI llega a perder, por lo menos la mitad de estas entidades en disputa, quedará severamente diezmado.
Eso no es todo: No se ve cómo el priismo pueda ganar en las urnas un estado donde en la actualidad no es gobierno, como serían los casos de Nayarit, Michoacán, Querétaro, Chihuahua, Baja California Sur o Nuevo León. El logo del viejo partido es una pesada losa para cualquier candidato que se postule a un cargo de elección popular.
El reto real para ‘Alito’ será amortiguar lo más posible el negro futuro que se avizora para el Revolucionario Institucional en la elección 2021. Si pierde más gubernaturas y, de paso, la presencia del tricolor se reduce aun más en la Cámara de Diputados, el priismo podría llegar prácticamente muerto al proceso presidencial de 2024.
¿El PRI se convertirá en un partido pequeñito, en un ‘mini’ PRI? Existe una posibilidad muy alta que eso suceda. La nueva dirigencia que se elegirá el próximo domingo tiene la misión de cambiar la inercia negativa tricolor. Se ve difícil que lo logren si no erradican de fondo vicios y corruptelas.

Y PARA CERRAR…
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Fuente: Expreso.press

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