Germán y el Itife
CRISTINA GÓMEZ
l 5 de julio pasado decíamos que seguramente habría jalones de orejas y que no se descartaban ajustes en la estructura gubernamental, debido a que la Auditoría Superior de la Federación había detectado que el manejo de algunos programas estaba fallando.
El área con más observaciones del organismo fiscalizador era precisamente el Instituto Tamaulipeco de Infraestructura Física Educativa (Itife), que estuvo a cargo durante casi tres años por Germán Pacheco Díaz.
Se detectaron subejercicios y otras irregularidades en el manejo administrativo de programas, aunque no fue el único; hay otras dependencias estatales que también resultaron con inconsistencias. Eso sí, el Itife fue uno de los más señalados porque carecía de adecuado sistema de controles para garantizar el cumplimiento de metas y el manejo de los recursos de infraestructura educativa como lo estipula la ley.
Y apuntamos que, desde la Secretaría de Educación Pública del Gobierno Federal se tenía al Itife bajo la lupa por subejercicios de recursos para infraestructura escolar en Tamaulipas. Dijimos que estaba en foco rojo. Pero también anotamos que no era el único, había más dependencias cuyos titulares debían ser llamados a cuentas por contribuir a que el auditor Superior de la Federación le pusiera taches a Tamaulipas.
En la más reciente entrega de dictámenes de cuentas públicas, se vio que, por ejemplo, hubo también irregularidades con programas de saneamiento financiero (FAFEF) y de salud (FASSA). Aunado a Escuelas al Cien, la Auditoría Superior de la Federación hizo observaciones por 186.6 millones de pesos tras fiscalizar estos programas.
La salida de Germán Pacheco del Itife causa ahora morbo y controversia pues se dice que se fue por brincarse las trancas, pero de paso se lo achacan al cochambre que se halló en la dependencia a su cargo. No es la única área que requiere sanearse.
Más allá de que sus titulares puedan ser sumisos y dóciles, deben considerarse factores más de fondo que puedan luego generar un costo si no son atendidos. Esta segunda mitad de la administración estatal está llamada a un reacomodo, por el desgaste natural que implican tres años para toda administración pública.
Fuente: Milenio