Columnas

El PRI apostó por la democracia

SAÚL BARRIENTOS

Decía Winston Churchill que la democracia es la peor forma de gobierno con excepción de todas las demás. Es cierto, la democracia tiene enormes fallos, pero no conozco algún otro método que permita la participación de todos.

El PRI apostó por una elección donde se escuchara a su militancia. Nunca me pareció una buena idea. Quizá porque como todas las encuestas lo han manifestado, desde el principio había una fórmula en particular que claramente tenía prácticamente asegurado el triunfo. Quizá porque tenía un costo elevado y este partido está viviendo la etapa más compleja de su historia. Quizá porque este tipo de ejercicios siempre se prestan a la descalificación pública. Quizá porque la votación podría tener una baja participación y porque los vicios de siempre podrían evidenciarse.

Sin embargo, en política no hay blancos y negros, hay matices. La jornada se vivió en tranquilidad y este fin de semana, el PRI fue noticia.

Hacia adelante, el panorama no es sencillo para ningún partido de oposición. Todos se juegan la vida en 2021 donde se elegirán diputados federales y 13 gubernaturas, de las cuales ocho son actualmente gobernadas por el PRI.

Un mal resultado en 2021 pondría al PRI en un escenario verdaderamente catastrófico.

En nuestro contexto político actual y tras ocho meses de haber iniciado el gobierno, estoy convencido que lo mejor que nos puede pasar como país, es que en 2021 los partidos de oposición a Morena se fortalezcan.

En 2021 realmente lo que está en juego es 2024. Si todos los partidos de oposición llegarán a perder fuerza en dicha elección, difícil, muy difícilmente podrían ser competitivos de cara a la elección presidencial y ya hemos pagado en nuestro Tamaulipas y en el país los costos de la falta de competencia política real.

Los partidos en el poder deben mantenerse en el poder por sus buenos resultados y no por la falta de alternativas. Las prácticas para destruir a la oposición son altamente efectivas para los intereses de unos cuantos, pero acaban frenando el desarrollo de México.

Los enfermos de poder político son eso: enfermos. Acaban haciendo más daño que bien y a nuestro país le urge que gente con auténtico compromiso social sea la que gobierne. En la vida pública, primero los intereses públicos, los de todas y todos.

Fuente: Milenio

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