Dinero, política y muerte en Texas
CARLOS PUIG
En todos los países del mundo hay sicópatas, xenófobos, misóginos, fanáticos, criminales, imbéciles, misóginos… En todos.
En muchos países hay discursos de odio, de parte de líderes o de grupos de fanáticos contra otros.
Como varios estudios lo han demostrado y The New York Times lo recordó este fin de semana, la única variable que puede explicar el absolutamente desproporcionado y trágico número de eventos como los de El Paso, Texas, y Dayton, Ohio, de los últimos días, es el absurdo número de armas que tienen, y a las que los estadunidenses tienen acceso como si fuera un producto cualquiera. En Texas basta ser mayor de edad, por ejemplo. Para llevarla todo el tiempo con uno, solo hay que hacer un curso bastante sencillo que pruebe que uno sabe tirar.
Este absurdo lo sabe la ciudadanía, lo saben los políticos, lo sabe la policía.
La clave está en el dinero y la política.
Solo The National Rifle Association, la principal organización política que defiende este disparate, gastó (entre 1998 y 2017) 203 millones de dólares en los siguientes rubros: apoyo directo a candidatos al Congreso, campañas publicitarias promoviendo su punto de vista o de ataque a candidatos al legislativo que quieren endurecer las leyes de control de armas, y cabildeo frente al congreso. Le dio a la campaña de Trump 11 millones de dólares y gastó 19 millones en diferentes grupos que se oponían a Hillary Clinton. Esto no incluye el dinero que gastan en actividades de influencia política las empresas que hacen las armas.
El océano de armas de todo tipo que poseen y comercian nuestros vecinos afecta, por supuesto, la violencia aquí. Los mexicanos inocentes asesinados en El Paso no son, ni por mucho, los primeros en morir producto de la falta de regulación de las armas en Estados Unidos.
El dinero gastado ha tenido otro efecto: aunque en las encuestas alrededor del 60 por ciento quiere cambios en las leyes más estrictas, la mayoría quiere seguir teniendo, tal vez con más molestias, el derecho a comprar y tener un arma. Y la nueva mayoría en la Corte Suprema de Justicia se asegurará de que las cosas no cambien demasiado y sigamos esperando la próxima masacre.
@puigcarlos
Fuente: Milenio