¿Revolución Verde…? “Que solo los caminos queden sin sembrarse…”
Por: Jesús Ávila Murillo
HAY QUE DECIRLO. – Que quede claro; con estos comentarios no andamos a la caza de culpables, es solo que tenemos memoria y… Hay consecuencias que tarde o temprano cobran su factura.
Pues bien, recordemos aquellos sucesos oficiales implementados en todo México, donde Tamaulipas no pudo ser la excepción. Sería el sexenio de gobierno federal de Luis Echeverría Alvarez, creador e impulsor de aquel programa denominado; “REVOLUCIÓN VERDE”, el que se aplicó bajo el lema; “Que solo los Caminos Queden sin Sembrarse”… ¿Lo hemos recordado?
En el caso Tamaulipas, estaría transcurriendo el segundo lustro de la década de los años 70’s, siendo gobernador del estado Enrique Cárdenas González, gran amigo del presidente Echeverría y el interprete de su política de trabajo.
Enrique Cárdenas González no queriendo quedar mal ante los ojos de su amigo el presidente de la república, aplicó con estricto apego al programa y lema impuesto como modalidad que; desde los límites de Tamaulipas con los vecinos estados de Veracruz y San Luis Potosí, es decir, desde el municipio de El Mante colindante con Pánuco, Veracruz, Ebano y Tamuín, Sal Luis Potosí, se llevó a cabo la más cruel de las acciones en contra del medio ambiente, a través de implacable sistema de desmonte, con el argumento representativo de promesa, de reconvertir el uso del suelo, de agricultura a ganadería, de tal forma que todos los montes y zonas forestales existentes fueron taladas, debido a que serían convertidas en terrenos de agostadero, fueron decenas de miles de hectáreas que sufrieron el devastador paso de los enormes tractores Caterpiller D-9, que arrastrando descomunales y pesadas cadenas de acero, a su paso arrasaron con todo ser viviente, árboles, matorrales y todo tipo de animales y aves silvestres, este crimen llegó hasta el municipio de Matamoros en la frontera con EUA.
No profundizaremos más sobre este tema, hasta ahí le dejamos como datos de referencia para lo siguiente.
Desde hace años, todo el campesinado mantense radicado en comunidades rurales de la zona de temporal, ha venido luchando para adivinar la impredecible naturaleza, esto, con el propósito de poder sembrar sus tierras pretendiendo llegar a la cosecha.
Es así, como en una adivinanza, habrá ha habido ocasiones en que lograron hacer producir sus respectivas parcelas, pero en la mayor parte del tiempo, es una aventura gastar en la preparación de sus tierras de cultivo, en la compra de semilla y en todos los demás insumos necesarios, toda vez que ignoran realmente, cuando la naturaleza será benévola con ellos, comportándose manera firme y segura, acorde a los viejos tiempos, cuando las estaciones del año estaban BIEN MARCADAS y no había margen de error para esperar las benditas lluvias.
Bajo esas condiciones, tenemos hoy en día que, mientras llueve en la zona urbana de El Mante y de algunas comunidades rurales, en los campos de agricultura y ganadería no cae más agua que la suciente para aplacar el polvo del medio ambiente; es verdad, las lluvias se han alejado drásticamente de esa amplia comarca mantense: ¿Serán las consecuencias de aquel brutal desmonte que se realizó en los años 70’s? Porque en El Mante han caído dos que tres fuertes aguaceros y en la temporalera sigue presente tremenda sequía.
La verdad, es urgente que se implemente una verdadera y descomunal campaña de reforestación en toda esa zona de temporal, pero no únicamente en la plaza de los ejidos, o en las casas de los vecinos, sino que esa siembra de árboles de sombra, ornato o frutales, cuando menos se haga presente en todos los linderos de cada parcela, bajo el compromiso personal de cada campesino, de cuidar la siembra de esos árboles.
Solo hay que tener presente que es una verdad tangible, lo que se dice del cambio climático y, bueno, aquí en El Mante, los productores de caña de azúcar cada ciclo de molienda aporta daño irreversible a la ecología con las descomunales quemas de miles de hectáreas sembradas de esa gramínea.
Por otro lado, no se puede olvidar y permanecer por más tiempo indiferente, sobre aquellos acontecimientos del despiadado desmonte, de tal manera que es tiempo de hacer algo y, bueno, a darle con todo a la siembra de árboles, no hay de otra, si se quiere dejar algún legado a las nuevas generaciones de productores agropecuarios…. NI MODO, HAY QUE DECIRLO…
Fuente: Mante Por Eso