Los Juegos del Poder
Maribel Villarreal
La alerta se emitió el domingo 23 de mayo por la noche. Las autoridades locales desplegaron las primeras acciones de búsqueda pero la oscuridad los obligó a suspender el operativo.
Una angustiada mujer salvadoreña había observado el momento en el que su esposo y su hija de dos años de edad perecieron en el río Bravo. Nada pudo hacer para ayudarlos.
A las 09:50 horas del lunes 24, los cuerpos aparecieron. La escena estrujaba el corazón; la pequeña Valeria se aferró hasta el último aliento al cuerpo de su padre. Su brazo rodeaba el cuello del hombre que la protegió a costa de su vida y que se negó a dejarla en El Salvador cuando decidió emprender el camino en búsqueda de una mejor vida.
La desgarradora imagen la dio la vuelta al mundo en unas horas. Se convirtió en tema de debate en el Senado de los Estados Unidos y se hizo presente en las plegarias del Papa Francisco en El Vaticano.
El periodista matamorense Abraham Pineda, quien tomó esa fotografía compartió la experiencia en su Facebook personal con el siguiente texto que hoy retomamos:
“Cuando suceda el milagro, cuando los migrantes puedan cruzar el río Bravo caminando sobre el agua, posiblemente las tragedias se ausenten y la muerte solo sea una espectadora más en la ribera del caudal que es fuente de vida para algunos, oasis de llanto y dolor para otros.
Narro porque tengo que hacerlo, porque es una necesidad: el dolor corre por los pensamientos, por las teclas de la computadora, mientras el fenómeno migratorio sigue su camino hacia Estados Unidos, en busca de una barra, en busca de una estrella.
Observar dos cadáveres boca abajo, ahogados en el río, retratarlos porque es mi trabajo, porque por la inercia de mi labor periodística necesitaba hacerlo, ha sido una de las experiencias más profundas que me ha dejado la vida.
Imposible olvidar, ustedes tampoco lo harán, a Oscar y Valeria, la cruda imagen de una niña de apenas dos años que ha muerto a lado de su padre, con su brazo derecho sobre el cuello, como si estuviera abrazando a quien luchó por salvarla y desafortunadamente no lo logró.
Confieso que una vez que tenía las imágenes en mi cámara me faltó el aire y ni el cigarro me lo pudo devolver. La pesadumbre era agua pesada que me hundió en un sinfín de reacciones y cuestionamientos que sé, no resolveré».
(Hasta aquí el texto de Abraham Pineda)
Los cuerpos de Oscar y Valeria regresaron el domingo a su país y ayer fueron sepultados en el cementerio de La Bermeja al sur de la capital. Fue una ceremonia privada de una terrible tragedia que se hizo pública.
No faltaron los pésames oficiales ni las flores enviadas por los hombres del Poder, esos que tendrían la obligación de proveer las necesidades básicas y frenar la incesante migración que huye de la pobreza y de la marginación.