Columnas

Escenario bizarro

JUAN CARLOS LÓPEZ ACEVES

El Presidente López Obrador se deslinda diciendo que en Baja California no hay línea y que serán los tribunales electorales quienes decidan la suerte de su amigo Jaime Bonilla Valdez, de gobernar durante dos o cinco años. Como ex ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Olga Sánchez Cordero sostiene que la reforma constitucional es contraria a la Carta Magna, pero como secretaria de Gobernación dice ser respetuosa de lo que decida el Congreso del Estado.

Mientras que Ricardo Peralta Saucedo, subsecretario de Gobernación, defiende en un artículo en Excélsior la libertad que tienen los Congresos locales para modificar su Constitución, siempre que respeten el texto de la Ley Suprema, que no es el caso.

Y el otro subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas Rodríguez, redacta un artículo para El Universal en donde señala que la reforma de Baja California es una flagrante violación constitucional, que sí es el caso. Porfirio Muñoz Ledo, colmilludo presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, presenta un punto de acuerdo durante la pasada sesión de la Comisión Permanente, solicitando al gobernador y al Congreso del Estado que reviertan la reforma constitucional, que favorece al candidato de Movimiento de Regeneración Nacional.

Durante la misma sesión, la ex coordinadora de la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador, libre pensadora y diputada de Morena, Tatiana Clouthier Carrillo, suscribe un punto de acuerdo que rechaza y condena la extensión de mandato, por atentar contra el Estado de derecho y violar flagrantemente la Constitución.

La senadora Nancy de la Sierra del Partido del Trabajo, promueve otro punto de acuerdo en esta misma sesión, pidiendo al Congreso de Baja California frenar la publicación de la reforma constitucional.

Finalmente, el diputado Ernesto Palacios Cordero de Morena, presenta punto de acuerdo solicitando al Congreso cachanilla derogarla. Un escenario bizarro en donde quienes gobiernan o son aliados en el Congreso, lo mismo apoyan que dejan pasar la rola, pero también asumen y encabezan el papel de ser su celosa oposición. Que alguien me explique, diría Hans Pujenhaimer

Fuente: Milenio

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