NUEVO LAREDO, A 171 AÑOS DE SU FUNDACIÓN, FEA, SUCIA Y EN ABANDONO.
T I N T E R O
Por Francisco Pucheta González
A principios de 1970, las crónicas de los periódicos de la Ciudad de México se referían a la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo como el prototipo de la comunidad provinciana, «un pueblote polvoriento, sucio, de una sola avenida (Vicente Guerrero) de doble circulación que comunica a un puente internacional por donde se desplazan vehiculos, cargas de importación y exportación, contrabandos y gente a pie».
Con la asunción a la presidencia de la república de Luis Echeverria Alvarez, en la misma década de los 70, el municipio neolaredano estrenó el segundo cruce internacional Juárez-Lincoln, que afianzó y revolucionó aun más el movimiento de intercambio comercial entre México y Estados Unidos.
La ciudad también fue creciendo pero anárquicamente, sin trazo urbanístico armonioso ni visión a futuros.
Orgullosamente en el periodo de los 70 la ciudad ganó el reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud, por disponer se la planta potabilizadora de agua potable que ocupó el Primer Lugar en Latinoamérica. Fue la antecesora de la hoy Comapa y se llamó Sistema de Agua y Saneamiento (SAS) operada por la Junta Federal de Mejoras Materiales (JFMM), institución que administraba el 2 y 3 por ciento de las participaciones federales por concepto de las importaciones y exportaciones, respectivamente, encargada de financiar las obras locales.
El SAS técnicamente lo asesoraba el ingeniero Jesús Avalos Quiroz y un grupo de especialistas calificados y diestros en la operación de la planta. Proveian a los usuarios de un servicio de primera, económico, sin interrupciones y apto para el consumo humano que incluso superaba a su similar de Laredo, Texas.
A la liquidación de la Junta Federal de Mejoras Materiales en 1979, el gobierno federal comisionó al senador de la república doctor Ramón Osorio y Carbajal quien en abierta autocrítica deploró que ninguna instancia federal, estatal y municipal asi como las agrupaciones sociales se hayan ocupado del rediseño de crecimiento urbano de la ciudad con una visión futurista de 50 años o más.
Sin embargo tales objetivos no se pudieron alcanzar y la ciudad siguió expandiéndose de forma anáquica y antiestética.
Con la desaparición de la JFMM y siendo diputado federal en los 90 el priista Horacio Garza Garza, gestionó exitosamente ante el gobierno de la república el incremento de las participaciones federales al municipio neolaredano que rondan en los 1,600 millones de pesos por año, una cifra exorbitante que lo convirtió de la noche a la mañana en uno de los más ricos del país.
Por si esto esto fuera poco, el mismo Horacio Garza catapultó como alcalde obras de infraestructura de relevancia como el Bulevar Colosio que desfogó el tráfico pesado y disminuyó los accidentes sobre la avenida César López de Lara.
Empero el proyecto cumbre de Garza Garza también como presidente municipal, fue sin
duda el Puente III del Comercio Mundial una obra autofinanciable en donde a instancias suyas participaron inversionistas locales y regios en un fideicomiso que posteriormente se apropió el gobierno del estado de Tamaulipas que se ha negado a devolver a Nuevo Laredo, su legítimo dueño.
Asi, pese a la diversidad de recursos generados en su entorno, la ciudad fronteriza que el 15 de Junio se prepara para festejar el 171 aniversario de su fundación, aparece geográficamente como uno de los cruces más importantes de México con Estados Unidos, pero a la vez como el patito feo dentro de las municipalidades ricas y con un dechado de modernismo que habla bien del aprovechamiento limpio y honesto del gasto en obras de sus gobiernos.
Las dos últimas administraciones municipales encabezadas por Enrique Rivas y sus adláteres engloban un lastre y derroche multimillonario injustificados, encubiertos por la sombra de la opacidad, la falta de transparencia y sin rendición de cuentas.
Nuevo Laredo cuenta ahora con tres puentes internacionales, uno de carga pesada y dos para peatones y vehiculos ligeros pero sigue siendo un pueblote sucio, polvoriento, feo y sin nada que denote la modernidad e infraestructura de San Pedro Garza García, Nuevo León, por ejemplo.