La oferta y la amenaza de Lozoya
Por: Carlos Puig
Cualquier fiscal en el mundo que pretenda atacar y obtener buenos resultados en casos de corrupción tiene que recurrir de alguna manera a un testigo colaborador, a un personaje que conoce la trama y está dispuesto a confesar para aligerar su pena.
La configuración de los delitos de ese calibre sin ese elemento es complicadísima por el marco normativo y por la enorme pericia con la que los responsables arman los esquemas: transferencias de todo tipo y a todo lugar, empresas múltiples en múltiples países, etcétera.
El caso Odebrecht, el mayor ejemplo de los últimos años, ha tenido siempre que recurrir a eso en los países donde se ha perseguido con éxito.
Así se hizo, por ejemplo, en el caso Oceanografía el sexenio pasado, para recuperar lo defraudado.
Hace un par de años, un alto funcionario de la entonces PGR me decía que no tenía claro que en México fuera el camino. Imagínate, me dijo, si abrimos esa puerta, con los niveles de corrupción en el país la cola que tendríamos aquí afuera de empresarios “confesando” para que no les pase nada después de haber delinquido.
En el caso de Emilio Lozoya, escuchando a su abogado cuando advierte que pedirá la comparecencia de Enrique Peña Nieto y después leyendo la carta de Emilio Lozoya del lunes, me parece que hay una oferta.
Escribió Lozoya:
“Quiero manifestar que en el momento en que la Fiscalía General de la Nación me dé las garantías a las que tengo derecho, de inmediato estoy dispuesto a colaborar y manifestar la verdad histórica y jurídica de los hechos suscitados, en el periodo que me desempeñé como Director General de Petróleos Mexicanos, en donde aclararé que funcionarios del nivel que sea intervinieron en lo que hoy se investiga.
“Reitero que siempre he estado dispuesto a decir la verdad, con las consecuencias que haya para cualquier persona, pero recojo las expresiones del señor presidente de la República en que nada por encima de la Ley y todo dentro del Estado de Derecho”.
Creo que ahí está clara la oferta de Lozoya. La ley lo permite. Entiendo que políticamente no sería lo más popular llegar a un acuerdo con él. Pero habría que pensar quiénes celebrarían que Lozoya nunca diga la “verdad histórica”. Unas por otras, así es esto.
@puigcarlos
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