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El día después… / El Fogón

Por: José Ángel Solorio Martínez

Los efectos del 2 de junio tamaulipeco: un PAN recompuesto; un MORENA aplastado pero en ascenso en territorio local y un PRI en proceso de aniquilación. Con los datos hasta hoy, se puede afirmar que el escenario regional dio el vuelco esperado: un lopezobradorismo que entregó la plaza sin un solo disparo; un priismo en caída libre y la chiquillada como herramienta para el mejor postor.

(Los resultados semifinales –21-1–, pueden cambiar. Los distritos de Matamoros impugnados podrían variar ante lo cerrado de las cifras: algunos 300 votos es la diferencia).

Los azules, dieron un giro a los resultados de la elección federal pasada en que AMLO arrasó con sus adversarios en Tamaulipas. De casi 750 mil votos obtenidos por el tabasqueño, hoy, su partido y sus candidatos en la entidad, apenas arañaron los 300 mil.

El PAN, se presta a gobernar el Congreso local con una mayoría absoluta. Es un resultado, que poco cambia las formas políticas de la administración estatal; y que mucho cambia para MORENA, toda vez que lo deja en estado de vulnerabilidad para la sucesión del 2021. Y para el PRI, resultó el desfonde esperado.

De una u otra forma, en Tamaulipas se generó un sistema bipolar: PAN y MORENA. Es decir: en el 2021 serán las fuerzas que se enfrentarán por la gubernatura y el Congreso local. Los otros partidos –incluyendo al ex poderoso PRI–, serán si se mueven con habilidad los partidos armella en esa toral elección.

Dicen en el futbol: equipo que gana repite.

Es decir: no se requieren cambios en un cuadro ganador.

Al equipo que pierde, se le exige renovación para replantear.

Ese es el caso del PAN y MORENA. Uno, no tiene la necesidad de generar vuelcos en su estructura ni en sus políticas; el otro, tiene el apremio de la autocritica y la obligación de cambiar lo que no operó para enfrentar los futuros desafíos con posibilidades.

¿Qué no funcionó en MORENA?

Su estructura dirigente. La inexistencia de Comités Municipales, del Comité Estatal llevaron a que el CEN de Yeickol Polewsky decidiera unilateralmente las candidaturas; esta acción, abrió la posibilidad para que de 22 candidatos sólo 3 o 4 fueran realmente competitivos.

Los candidatos, resultaron ineficaces. Con bajos perfiles, con pequeños talentos y escasas capacidades, fueron presa de la holganza y la comodidad. La mayoría, no cubrió ni el 15 por ciento de las casillas y ni siquiera pudieron organizar un comité de campaña medianamente operativo.

El apoyo del CEN fue inexistente. En otros estados, llegaron decenas de diputados federales de MORENA para ser vigilantes del proceso electoral. Tamaulipas, fue la excepción. Ni un senador ni diputado federal se vieron activos en la campaña.

(Otro indicio más de la actitud más que sospechosa de Yeidckol con el lopezobradorismo tamaulipeco).

Otro indicador de la entrega previa de Yeidckol y aliados –Américo Villarreal Anaya y Marco López, delegado del CEN de MORENA para Tamaulipas– es la resistencia a impugnar el proceso electoral global: sólo tienen en mente impugnar dos distritos.

(Lo extraño del caso, es que Villarreal Anaya, desaparecido durante todo el proceso electoral, haya estado presente en la rueda de prensa del delegado López para focalizar la inconformidad a aquel par de regiones electorales).

En el corto plazo, el 2 de junio sembró a varias víctimas –que se suman a los candidatos perdedores– en Tamaulipas: los senadores y diputados federales de MORENA.

Eso es lo que se ve, el día después…

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