MEDIO AÑO DE AMLO
POR: HOMERO HINOJOSA
prestigiado diario norteamericano The New York Times acaba de publicar un interesante análisis crítico sobre el desempeño de nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, haciendo una evaluación temprana de este cuestionado y peculiar sexenio.
Como contexto, es importante señalar que el Times ha sido un diario que mantiene a México siempre en su radar. Actualmente cuenta con una oficina (bureau) bien establecida en nuestro país y dedica muchos recursos para tener buenos periodistas cubriendo los temas más relevantes en México y América Latina.
Sobre AMLO, sus reporteros Azam Ahmed y Kirk Sample escriben esta semana: «Después de su amplia victoria del año pasado, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador prometió una gran transformación del país, a su juicio comparable con la independencia de España y la Revolución Mexicana.
«Pero cinco meses después de iniciar su mandato, el nuevo México que afirma estar construyendo se parece mucho al viejo México que juró dejar atrás», comentan los redactores del Times.
En su largo pero detallado e interesante artículo, el rotativo neoyorquino hace una serie de cuestionamientos sobre la seriedad y eficacia en el combate a la corrupción, la inseguridad, la migración y, en especial, destaca «sus amenazantes declaraciones a la libertad de expresión».
«Ha hecho advertencias de que los reporteros deben “portarse bien” o al decir: ´Si ustedes se pasan pues ya saben lo que sucede´. Una advertencia ominosa en uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo», escribe el Times.
A nuestro Presidente quizá le valerá «wilson» lo que el Times, The Washington Post o The Guardian escriban y critiquen sobre su administración. Seguramente AMLO los agregará a su costal de diarios «fifí» y no tardará en llamarlos «ecos de la prensa neoliberal internacional».
Preocupa, sin embargo, lo que se dice acá en territorio nacional, en especial los comentarios que circulan cada vez más en los corredores de Palacio Nacional y en el despacho de Los Pinos (en donde «gobierna» el norteño Alfonso Romo) de que el Presidente ya no oye, ya no escucha, ya no hace caso de las recomendaciones de sus colaboradores y asesores.
No solo contradice y llega a poner en entredicho las declaraciones y líneas de trabajo de su equipo más cercano. Llega también a sorprenderlos continuamente con «cambios de canal», con información y directrices «sacadas de la manga», mucho de ello motivado por el simple capricho.
Por ejemplo, un caso reciente tiene que ver con el proyecto de refinería de Dos Bocas. En vez de continuar con la apertura a la inversión privada en el sector energético, el Presidente está gastando dinero público en un intento por restablecer el dominio de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad.
La estrategia será costosa e improductiva, particularmente en Pemex, que lucha con una deuda de más de 100 mil millones de dólares mientras que la producción de petróleo se acerca a su nivel más bajo en cuatro décadas.
Seis meses son realmente pocos para juzgar una administración y, sobre todo, para exigir buenas cuentas de resultados de un gobierno que ciertamente llegó al poder por la vía de la legalidad . En medio de esto, resalta el hecho de que López Obrador se mantiene alto en cifras de popularidad en las encuestas de abril.
Sin embargo, el Presidente parece ir muy rápido para demostrar que el Gobierno, más que la iniciativa privada nacional y extranjera, es el que debe encabezar las grandes obras de infraestructura de la nación, el que debe construir desde un cuestionado aeropuerto con un cerro de por medio hasta tender las vías de un épico tren selvático en Yucatán y, ahora, emprender una magna obra de producción petrolera en Tabasco. Todos ellos basados en proyecciones económicas poco sólidas y de dudoso bienestar colectivo.
Seis meses son suficientemente claros para reconocer que esta administración pinta para perfilar hacia un mayor Estatismo y Populismo como sus fórmulas de gobierno y de control de las masas en lo que resta del sexenio, caminos sin duda peligrosos en un mundo que ya prácticamente renunció a dichas fórmulas y que, en cambio, ha optado por la vía de la globalización, la libre empresa y la democracia para conducir sus vidas.