El divorcio de Peña
POR: ÁLVARO CUEVA
o sí creo que fue un error que Enrique Peña Nieto haya anunciado su divorcio y que le haya deseado suerte a Angélica Rivera en Twitter. ¿Por qué? Porque esas cosas, que se supone son muy íntimas, no se comparten ni en las revistas del corazón ni en las redes sociales, porque un hombre que estuvo casado con alguien a quien amaba no se despide así.
Y porque si hacemos un análisis riguroso de ese texto, lo menos que podemos concluir es que don Enrique no le está diciendo adiós a una pareja. No, se está despidiendo de una empleada, de alguien que estuvo a su servicio, de alguien de quien está esperando que se coloque mejor en el futuro. Es siniestro, horrible, doloroso.
Ninguna mujer, se trate de quien se trate, merece un linchamiento público como al que, consciente o inconscientemente, está convocando nuestro ex presidente con su tuit. Y es que no hay manera de leer ese mensaje y de no alimentar una suerte de rencor, pero no contra él, contra ella.
La señora Angélica, al parecer, y lo digo por lo que se afirma en esa publicación, no por lo que yo piense, le prestó un servicio a Peña Nieto. Se alquiló. Acabó el contrato, que le vaya bien.
¿Y cómo está ahora? Sola, expuesta, lista para recibir todas las agresiones habidas y por haber por parte de los cibernautas de México y del mundo.
¿Cómo está don Enrique? De maravilla, en el éxito más absoluto, posando sin camisa con una mujer todavía más guapa y joven. ¿Sí entiende la aberración de mensaje que hay detrás de esto?
No es la primera vez que un ex presidente se divorcia ni la primera en que acaba al lado de una mujer más hermosa y de menor edad, pero sí la primera en que un ex mandatario hace pública esta situación.
Y no solo eso, la festeja. Casi, casi se burla. Por eso creo que fue un error lo que sucedió aquí y no sé si la culpa sea del señor Peña Nieto o de sus asesores, porque en esos niveles es muy difícil afirmar si el tuit salió de sus manos o de las de los proveedores que le manejan las redes.
Lo que sí es un hecho es que ésas no son formas ni de vivir el duelo de un divorcio ni de tratar a una mujer.
¿Qué hubiera pasado si la que hubiera publicado el tuit hubiera sido doña Angélica? ¿Qué hubiera pasado si a la que hubiéramos visto abrazada de un hombre en paños menores, más joven y galán, hubiera sido ella y no él?
Ojo: yo no estoy agrediendo a la señora Rivera ni al ex presidente. Yo sería incapaz.
Cada persona vive sus relaciones a su manera, maneja sus redes sociales como se le da la gana y sabe a lo que se expone incluso al querer salir de ellas, como lo anunció la esposa de Andrés Manuel López Obrador.
Lo que me tiene preocupado es este uso perverso de Twitter, este juego de “explicación no pedida, acusación manifiesta”, esta manera pasivo-agresiva de perjudicar a una mujer y que no es muy distinta a otras historias que usted y yo hemos visto, con otras figuras públicas, en los últimos meses, en los últimos años.
Por favor no nos distraigamos con lo que podamos sentir a favor o contra Enrique Peña Nieto o Angélica Rivera.
Aquí hay algo que está muy feo, que es superior a cualquier sexenio y a cualquier partido político, y que no se está discutiendo como se debiera. ¿O usted qué opina?