“Un político pobre es un pobre político”
Tiempo de opinar
Raúl Hernández Moreno
En el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, Carlos Hank González fue director nacional de Conasupo y vino a Nuevo Laredo. Al terminar el evento personalmente obsequió a los reporteros asistentes billetes de 10 mil pesos, equivalentes a 800 dólares del momento. Nos lo contó un periodista presente.
Era rico y generoso el señor Hank y quizá por eso creó la frase “un político pobre es un pobre político”.
La frase tiene vigencia, hoy y siempre.
Hace dos mil quinientos años, en la democracia griega podía participar cualquier ciudadano en la toma de decisiones, siempre y cuando tuviera tiempo para hacerlo. Y lo hacían los pudientes, los que podían dejar sus tierras o sus talleres al cuidado de sus sirvientes.
Nada ha cambiado desde entonces. Hacer política cuesta y entre más dinero gaste un político, más posibilidades tiene de éxito.
Hasta la política estudiantil cuesta y quien quiere ser presidente de su grupo tiene que repartir propaganda, invitar los refrescos, golosinas, si se trata de niños, o hacer una carnita asada, con bebidas alcohólicas incluidas, si se trata de jóvenes.
Cuando los candidatos invierten dinero abundante a sus campañas, aumentan sus posibilidades de éxito. Así lo vimos en el 2004 cuando Héctor Peña se lanzó como candidato a la alcaldía, respaldado por PRD y Convergencia. Le invirtió mucho dinero y al final obtuvo 25,235 votos y quedó en segundo lugar. En el 2016 volvió a ser candidato independiente a la alcaldía, hizo una campaña con las uñas y apenas obtuvo 1,696 votos.
El dinero no garantiza la victoria, pero es de mucha ayuda. Un candidato postulado con la sola bendición de su partido, tiene pocas posibilidades de ganar. Peor es el asunto, cuando el candidato ni siquiera tiene recursos para tener un equipo de gentes con sueldo pagado para que lo acompañen durante la campaña y menos para pagar a sus representantes de casilla, para garantizar su asistencia el día de la elección.
En los tiempos de Pedro Pérez Ibarra, los priistas estaban obligados a ir a las campañas y a ser representantes o funcionarios de casilla, sin pago alguno. Si no asistían, había consecuencias. Todo eso cambio en los últimos 25 años y no solo en el PRI, en todos los partidos. Ahora, el que va a las campañas lo hace para conservar su chamba, porque le ofrecen gasolina, comida, sueldo. Y lo mismo ocurre en las casillas. Si no hay paga, el asignado no asiste el día de la elección.
En las elecciones del 2 de junio, el dinero que inviertan los partidos va a ser de mucha ayuda para ganar.
En otro tema, César Campos, militante de Morena y ex aspirante a candidato a diputado local, estalló en contra Carmen Lilia Canturosas y de paso acusó de “huachicolero” a José Antonio Leal Doria, presidente del Consejo Político Estatal de ese partido, por haberse impuesto en el segundo lugar de la lista de candidatos plurinominales.
Dijo que a los aplaudidores de Carmen Lilia que la presentan como la salvación de Morena, les pregunta qué hizo para que la presenten como salvadora y nadie le responde.
Aseguro que por este tipo de imposiciones mucha gente de Morena no va a votar por Morena, si no se quita a Leal Doria y a Carmen Lilia de la lista de plurinominales.