Santa Lucía, realidad y ¿transparencia?
Hoy en la mañana el Presidente irá a la base aérea de Santa Lucía, donde el gobierno quiere construir en un aeropuerto más para dar servicio a la zona metropolitana. Después de la cancelación del aeropuerto de Texcoco, el pago de la mayor parte del costo a inversionistas y contratistas, el viernes en la mañanera se empezaron a conocer algunos detalles. Los detalles, pues son lo que son. Como se explicó en la mañanera, se calcula que en tres años habrá una pista para la aviación comercial en Santa Lucía. Una. Y también quedó claro en la explicación que para que esa operación no resulte en problemas de interferencia de vuelos y menor tráfico, el director de la Escuela Militar de Ingenieros dijo que estará dotado del sistema de navegación PBN, tal y como había dicho Navblue que se necesitaba. El sistema es el futuro, el problema es que el sistema no está implementado aún en el resto de los aeropuertos mexicanos, es más, los pilotos dijeron en octubre que el sistema no funciona en ningún aeropuerto de México y en Estados Unidos, por ejemplo, hay todo un programa para terminar de instalarlo en los próximos, varios, años. Es decir, para que Santa Lucía opere en serio, pues falta. Falta mucho, ya veremos cómo acaba eso. La apuesta real, como quedó claro el viernes es la construcción de una terminal terrestre nueva en el AICM y regresar a que Toluca tenga hasta 4 millones de pasajeros, como hace algunos años. También, por cierto, se anunció “una interconexión vial de 46 kilómetros, que se recorrerán en 35 minutos para el tránsito de pasajeros en vuelos de interconexión y, por qué no, también para el uso compartido de las instalaciones de ambos aeropuertos. El costo estimado de esta interconexión ronda los 10 mil millones de pesos y será ejecutado por el cuerpo de ingenieros en dos años y medio”. Es decir, el Ejército no solo construirá la nueva pista y terminal de Santa Lucía, sino la carretera para llegar. Según el general, 68 mil millones pesos en tres años. Lo cuál me provoca una duda. La Sedena tiene, en algunos casos por ley y, la verdad, por vocación, una tradición de opacidad amarrada a asuntos de “seguridad nacional”. ¿Cómo gastarán ese dinero? ¿Cuándo sabremos? ¿Con qué reglas?
@puigcarlos