La Gordillo, esa salvadora
POR: JAIRO CALIXTO ALBARRÁN
jalá existiera ese pacto con la Gordillo del que tanto se habla, pues además de alegrarnos la existencia con su habitual alegría y buen humor, esta frágil y humilde damisela nos aseguraría algo de diversidad en la agenda cotidiana. Más ahora que gracias a los buenos oficios de la PGR peñista que todo lo que pudo hacer mal, lo hizo con las patas, dicen que ya le van a regresar sus pertenencias como su colección de bótox, los departamentitos de interés social-sensual, el guajolojet con el que iba de shopping en Rodeo Drive donde la extrañan más que en el SNTE, quizá debido a sus compras de pánico, sobre todo en Black Friday donde, como dice Sabina, gastaba en un francés lo que un maestro gana currando un mes.
Es interesante que uno de los autos que según esto le retacharon a la mayextra fue un Mustang 81. De veras que no me imagino a la señora cambiándole las bujías o haciéndole el cambio de aceite a esta poderosa nave para darle mantenimiento, nada más para parecer una de Los Ángeles de Charlie. Así, la Gordillo encarnará la clase de contrapeso que necesitamos, no los que neurotiquitos de nuestros expresichentes, que son la güeva encarnada. No se diga la manada de badulaques que les dan coba. La Doña por lo menos asume su papel de villana favorita de México, y no anda ahí haciéndose pasar por lo que no es. Digo, para recuperar algo de rating tendría que darse en la madre con Noroñas y Lozano al mismo tiempo; becar con sus recursos a todos y cada uno los hijos de las víctimas de la violencia en el país hasta que acaben la barrera en Harvard; escribir sus memorias, con pelos y señales, sobre cómo sedujo con sus malas artes a todos los que hoy todavía se ostentan como paladines de la democracia; y donar sus pequeños palacetes distribuidos por el mundo para apoyar a las normales rurales. Y cumpliendo esto, quizá ni así se ganaría más que aplausos comprados que -la maira lo sabe bien- suelen ser los más sinceros. Pero si seguimos importunando a doña Elba Esther, en una de esas se enoja y le deja la responsabilidad de los contrapesos a gente como Jorge Berry, Ricardo Alemán, los Pedrito Ferriz, o Fher de Maná (de tanto tratamiento ya no se sabe si es Walter Mercado o Lyn May), que ya se declaró en contra del Tren Maya al ritmo de “me vale madre echarme encima la mitad de México”.
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