Columnas

Espacio Militar vs. Espacio Criminal

Por: Juan Ibarrola

Sí, el espacio es un tema de mitos contra realidades.

Mito. La letalidad de la acción militar contra los delincuentes que, se supone, genera la violencia en el país.

Realidad. Los criminales no anteponen la letalidad de sus acciones, es decir, ellos no tienen obstáculo por ser altamente letales, de lo cual la respuesta del Estado mexicano debe ser contundente y por lo mismo intentar mitigar el riesgo al que tienen a los ciudadanos, con acción militar efectiva.

Mito. El poder de fuego que tienen los criminales es de grandes dimensiones.

Realidad. Efectivamente, los recursos con que cuentan los criminales son vastos; sin embargo, carecen de adiestramiento, doctrina, valores y por supuesto de convicción por la labor que realizan; muchas veces, producto de una leva forzada por los grupos criminales, lo que no genera valor, sacrificio ni mucho menos lealtad a lo que pertenecen.

Los soldados de tierra, mar y aire, efectivamente, carecen de recursos; sin embargo, lo que sobra son los valores con los cuales luchan por los mexicanos y por el país.

El éxito de sus misiones —a pesar de las carencias presupuestales— es precisamente su adiestramiento, su espíritu de cuerpo y más allá, su convicción de que los militares no son los enemigos de México; luego entonces, por mucho armamento, vehículos y dinero, los criminales nunca ganarán el espacio cuando se enfrentan a los militares.

Cabe la pregunta: ¿quién queremos que gane el espacio?

Mito. La militarización del país.

Realidad. No se debe confundir la acción militar con la militarización. Cuando se trata de activar el Plan DN-III o el Plan Marina, nadie habla de la militarización de la protección civil.

Cuando se entregan libros de texto gratuitos en espacios que se supone están manos de los criminales, entonces se mandan con los militares, por lo que también la educación tendría que estar militarizada; pero de eso nadie se queja.

Cuando se deben proteger las caravanas que llevan recursos a quienes los necesitan, entonces, los militares apoyan a resguardar el espacio para que los criminales no se “chinguen” la lana.

Mito. Los militares son violadores sistemáticos de derechos humanos.

Realidad. Los espacios donde se violan derechos humanos son los que tienen los criminales. Los soldados los recuperan y los entregan a las autoridades. El problema es que, al poco tiempo, se vuelven a perder y de ahí se convierten en un espacio perverso donde los únicos que pierden son los ciudadanos.

Los criminales son quienes producen los toques de queda en sus espacios. Son los militares quienes le regresan a la gente la libertad de transitar libremente en los espacios que deben ser naturales y por derecho de los ciudadanos.

La fórmula es fácil. Son millones de operaciones militares por año en apoyo a la seguridad pública, contra las decenas de recomendaciones que da la CNDH por abusos militares en los últimos 10 años.

Mito. Todos en el discurso reconocen y les otorgan confianza a los militares.

Realidad. Ese discurso se vuelve doble y mezquino. Cuando se trató de otorgar un mando militar a la Guardia Nacional, los del discurso de reconocimiento a las fuerzas armadas negaron esa posibilidad.

El espacio criminal nunca ganará sobre el militar.

¿Cuál quieren?

jibarrolals@milenio.com

@elibarrola

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