CRÓNICA DE UNA VISITA PRESIDENCIAL
Tal vez debido a la ostensible insensibilidad política de Francisco Javier García Cabeza de Vaca; tal vez debido a su conocida soberbia al no tener Andrés Manuel López Obrador, todavía, la capacidad de Presidente en funciones; tal vez por su evidente temor para circular por esas fatídicas carreteras del centro del estado o tal vez por evitar que el Presidente Electo se percatara de las exageradas medidas de seguridad con las que el Gobernador se protege, el hecho es que el Gobernador del Estado de Tamaulipas violo uno de los añejos rituales de la tradición política mexicana: el que el Señor Gobernador acuda a recibir al Señor Presidente (electo o en funciones) al aeropuerto de la capital del estado que gobierna.
por: Joaquín Olea
Ahí estuvo, sin embargo, paciente y puntual, el próximo hombre fuerte del gobierno federal en el estado, José Ramón Gómez Leal, quien además aprovecho el espacio de la espera para responder a todas las preguntas que los reporteros ahí presentes le hicieron.
Llegado el Presidente la comitiva se trasladó al conocido restaurante Las Viandas donde compartiendo con periodistas y parroquianos desayunaron sin visibles medidas de seguridad. Algo impensable en la agenda del Señor Gobernador.
Ya en palacio de gobierno, ahí si el gobernador se vio obligado a salir a recibirlo a las afueras del edificio, esperar pacientemente a que el Señor Presidente Electo saludara a periodistas y ciudadanos presentes, besuqueara algunas damas, se tomara las solicitadas selfies con quienes se lo pedían y recibiera de mano propuestas y solicitudes.
Todo ello mientras el Señor Gobernador observaba con una sonrisa semicongelada lo que a su alrededor sucedía.
Previamente –de acuerdo a reportes informativos- había girado instrucciones a los empleados de oficinas de gobierno de que se enclaustraran en sus cubículos y no salieran hasta que los visitantes se hubieran marchado.
En las escalinatas de palacio se tomaron la foto para la posteridad. Muy institucionales ambos. Muy sonrientes ambos. Aunque la sonrisa del gobernador aun no acababa de convencer al respetable. Algunos observadores políticos dicen que se le veía molesto, acartonado. Con una sonrisa teatral que carecía de sentimiento y convencimiento.
Pasaron a un recinto donde sostuvieron una conversación privada de poco más de una hora. Nadie sabe de qué hablaron. Al salir el semblante del gobernador se había transformado. Se notaba relajado, contento, con una sonrisa abierta y espontánea.
En seguida rueda de prensa. Hablaron de los acuerdos a los que juntos habían llegado. De los buenos tiempos que se vislumbran en el horizonte de Tamaulipas: zona libre en la frontera, becas a jóvenes, apoyos al campo, colaboración en el combate a la inseguridad y todo lo que siempre se ha prometido pero que ha tardado en llegar.
Luego, el Presidente Electo enfilo rumbo a Tampico donde tendría una reunión multitudinaria con la población del área conurbada. Allá, ya sin el gobernador presente, recordó que en su gobierno las participaciones federales serán entregadas directamente a los beneficiarios, sin intermediarios, y que los presupuestos serán constante y rigurosamente auditados por los delegados federales para evitar atracos y desviaciones de los funcionarios estatales y municipales.
José Ramón Gómez Leal, el funcionario federal sobre el que recaerá esta inmensa responsabilidad, comedido, sereno, escuchaba muy atentamente.
Tal vez recordaba que, de la mano del próximo Presidente de la República, había hecho su primer entrada triunfal –por la puerta grande- al Palacio de Gobierno de Tamaulipas.
De su antecesor Héctor Garza González (el Guasón) anteriormente consentido del candidato Andrés Manuel López Obrador nadie sabe. Nadie supo. Tal vez nadie sabrá.
Así es la política… Unos corretean la liebre…
Mientras, las huestes de Romero Deschamps -el sempiterno cacique petrolero- bateaban duro y macizo las promesas de elección democrática en las secciones sindicales.
El problema: que los próximos funcionarios federales tienen muy buenas intenciones y son expertos en hacer declaraciones pero les faltan operadores que conozcan los entresijos y tengan claridad de lo que quieren corregir. Andan confundidos y desorientados.
¡Ya aprenderán!.. Ojala y no tarden.