PAN, COBARDIA GENERALIZADA
Por: Alejandro Cacho
Así de lapidaria fue la frase de Margarita Zavala para definir lo que ocurrió entre los panistas desde que Ricardo Anaya llegó a la presidencia del partido. A casi dos meses de la peor derrota electoral en la historia de Acción Nacional, algunos panistas apenas se están dando cuenta de lo que les pasó o apenas se atreven a decirlo públicamente.
No pocos escribimos o dijimos que Anaya llevaba al PAN irremediablemente al precipicio. Llegó a la presidencia nacional y acaparó todo. Colocó a los suyos en posiciones clave. Compró a los Consejeros Nacionales. Dio las presidencias estatales a sus incondicionales. Cambió los estatutos para autoproclamarse candidato presidencial -cosa inédita en el PAN-, pero nunca aceptó que la quería. Jugaba con la doble cachucha de “presidente” y “aspirante” a la candidatura. Operó para que el Consejo Nacional panista aceptara una alianza antinatural con su némesis ideológico, el PRD. Se deshizo de todo aquel que le estorbaba, sin importar capacidades, ni trayectorias. Pactó, transó y repartió candidaturas entre sus aliados de izquierda sin importar que hubiera panistas con mayores méritos. Incluso, tuvo la habilidad de sumar a su causa a quienes tímidamente intentaron competirle dentro del PAN.
Anaya hizo lo que quiso y nadie se lo impidió. En esta columna lo publiqué más de una vez. La respuesta siempre fue la descalificación sin sustento. Hoy, nadie puede decirse sorprendido. De nada sirven ya los arrepentimientos, ni decir “nos equivocamos”. La contagiosa arrogancia y soberbia de Ricardo Anaya los cegó. ¿Ya olvidaron que en 2015 lo eligieron presidente del PAN, cuando apenas tenía 35 años, con más del 80% de los votos? ¿Nunca se dieron cuenta de que no tiene escrúpulos y hace lo que sea para conseguir lo que quiere? ¿Acaso no le dieron un cheque en blanco, luego del apabullante triunfo de 2016 cuando se quedaron con 7 de 12 gubernaturas? ¿Fueron tan ingenuos para creer que, en alianza con el PRD y Movimiento Ciudadano, repetiría la paliza en 2018 frente a López Obrador? ¿A nadie le pasó por la cabeza la posibilidad de la debacle que se les venía encima? ¿Seguirán pensando que fue el gobierno federal el único responsable de su estrepitosa derrota? ¿Ningún panista sospechó del súbito enriquecimiento de Anaya? ¿En serio nunca creyeron, ni tantito, las acusaciones en su contra por lavado de dinero, triangulación de fondos públicos y demás? ¿Nadie se indignó por la escandalosa persecución que emprendió contra todo panista que no estuvo de acuerdo con él?
No sólo eso, los panistas no han mostrado el más mínimo asomo de autocrítica. No han sido capaces de reconocer que le dieron demasiado poder; que lo dejaron hacer con el partido lo que le dio la gana y que el Por México al Frente fue un fracaso.