«Enfermar» a AMLO no es la receta
Seguramente la instrucción que le dio ayer Carlos Salinas de Gortari a su amanuence el chileno Pablo Hiriart fue hacer crecer el rumor de que Andrés Manuel López Obrador está con la salud muy quebrantada.
Hiriart pergueña una columneja llena de supuestos sobre la salud del tabasqueño. Hiriart ocupa ahora la vocería salinista que antes tuvieron Ricatdo Alemán y Televisa.
El destino de Alemán fue lo menos que se pudiera esperar de tan obvio escribano a sueldo cuya misión imposible era destruir a López Obrador.
Televisa, bien asesorados por Bernardo Gómez, dejó de perseguir a través de algunos de sus conductores al candidato presidencial de Morena y esa empresa se ha venido mostrando al analizar las campañas presidenciales tan objetiva como imparcial.
Así pues a Carlos Salinas de Gortari ya sólo le queda en su menguada batería de columnistas y comunicadores a un kamikaze de segundo nivel como el abyecto de Pablo Hiriart.
Enfermar a López Obrador no es la receta para hacerlo bajar del liderazgo popular que ahora ostenta.
Eliminar la corrupción que hace que los cuñados de Salinas de Gortari ganen las licitaciones amañadas de los rondas en las que se venden las zonas con los mantos petroleros más rentables, sería una verdadera señal de cambio.
Exigirle al INE una explicación convincente del porqué entregó un contrato a una empresa de Carlos Slim, quien hace unas semanas se lanzó sin el menor efecto contra #AMLO por el tema del Nuevo Aeropuerto, favorecería de manera sustantiva el actuar transparente del máximo organismo electoral de México.
Pero cambiar la opinión del electorado manifestada hasta ahora en las encuestas más creíbles enfermado a López Obrador, eso es algo que no se los cree ni Obama a Salinas ni a Hiriart.
Seamos sensatos.