«ANDRES MANUELOVICH», PUBLICIDAD NEGRA DESTINADA AL FRACASO
La persona o personas que elucubraron el inexistente vínculo entre “Rusia” y la campaña del líder del puntero en las encuestan deben saber que esta es una estrategia perdedora, tal como lo fue en los Estados Unidos.
Extraña, muy extraña, pero también condenada de antemano al fracaso, es la nueva estrategia de guerra sucia diseñada para provocar el miedo entre quienes aún no han decidido su voto a favor de Andrés Manuel López Obrador o cualquiera de sus adversarios.
Lo que en el 2006 fuera la estrategia de el “peligro para México” (el peligro en realidad fueron los desastrosos gobiernos consecutivos de Calderón y EPN, que nos dejaron un saldo de 250 mil muertos y una pavorosa devaluación de más del 50%) y de la supuesta transformación de nuestro país en parte del eje Bolivia-Cuba-Venezuela (Castro y Hugo Chávez han muerto, es imposible ya asustar con dichos personajes), ahora es la invención, reciclada directo de los Estados Unidos, de una presunta “intervención rusa” para atacar la incipiente democracia mexicana.
¿De donde surgió esta estrategia? Pues bien, cuando quien era considerada prácticamente la próxima presidenta de los Estados Unidos, Hillary Clinton, resultó derrotada estrepitosamente por una combinación de malas decisiones de su campaña (como no hacer suficiente campaña en estados clave como Michigan y Wisconsin) y del obsoleto sistema del colegio electoral, era hora de repartir culpabilidades. ¿Y quién fue el chivo expiatorio? Por supuesto, no fue la propia Hillary, ni su asesor estrella, Bill. No fueron sus fallidas encuestas, ni sus fracasados pero millonarios asesores electores. No. La culpa fue de “Rusia”.
Desde ahí comenzó esa fijación tanto de los demócratas como de los medios liberales norteamericanos por querer culpar a Rusia y a su gobierno de todos sus males. La realidad es que tanto medios norteamericanos como las agencias de inteligencia han intentado encontrar esa supuesta “pistola humeante” de la colusión entre Donald Trump y Rusia y con todos sus recursos económicos y tecnológicos, en un transcurso de casi dos años ¡no la han encontrado!
Se habló de un supuesto “servidor secreto” en donde se comunicaban Trump y Rusia y el propio Washington Post lo desmintió. Se habló de la existencia de una cinta comprometedora utilizada por los rusos para chantajear a Trump.. y tampoco se encontró.
Ahora, un grupo de paranoicos y reaccionarios, mexicanos y extranjeros, entre los que se encuentra una columnista de poca monta del propio Washington Post, un lector de noticias de Univisión, Enrique Ochoa Reza y Javier Lozano del PRI y varios medios de comunicación de nuestros país, impulsan de manera sincronizada esta teoría descabellada de la existencia de un supuesto vínculo entre “Rusia” (whatever that means) y la campaña de Andrés Manuel López Obrador.
¿Cuales son sus pruebas? Ninguna. E insisto, si las poderosas agencias de inteligencia y la prensa de los Estados Unidos no han podido comprobar que el gobierno de Rusia operó para influir elecciones en su país o en el resto del mundo ¿como pueden sostener personajes como Ochoa Reza o Lozano estos argumentos? Pero para ellos lo importante quizás no sea decir la verdad con debido sustento, sino entrar en un esquema de golpeteo mediático.
Otro error clave en la estrategia de prácticamente culpar a “Rusia” de la ventaja de AMLO en las encuestas y no a los escalofriantes resultados que deja la administración saliente: realmente en nuestro país no tenemos un bagaje emocional contra los rusos y su país en nuestra historia reciente, como si es el caso de los Estados Unidos.
Los mexicanos nunca estuvimos enfrascados en una guerra fría contra los rusos; nunca existió la posibilidad de enfrentarnos con ellos en una guerra nuclear de aniquilación; nunca se nos inculcó el odiarlos simplemente por ser “rojos” y afortunadamente siempre han existido lazos de aprecio mutuo entre nuestras naciones. Personalmente, en mi infancia recuerdo sentir respeto por sus grandes escritores, sus deportistas olímpicos, ajedrecistas, su ballet, etcétera. Jamás odio o resentimiento. Estoy seguro que este también es el caso de muchas de las personas que leerán esta columna.
Andrés Manuel ha hecho bien en bromear con un tema tan insensato, pero en mi opinión este “mame” debe ser un tema caduco de aquí al próximo fin de semana. Las elecciones se ganan con propuestas que indiquen un cambio en el nivel de vida de la gente, no con puros memes y ocurrencias.