Que Nuño sea agresivo con AMLO, muy bien, pero ¿que lo sea con lenguaje salinista?
Federico Arreola
@FedericoArreola
“Liópez”. Así se refieren a López Obrador los integrantes del grupo periodístico más lamentable de México, capitaneado por Pablo Hiriart, reportero y columnista plenamente identificado con Carlos Salinas de Gortari.
No es un apodo que haya gustado, ya que no se ha generalizado. Es decir, nadie excepto los salinistas del periodismo le dice “Liópez” a Andrés Manuel.
Ignoro si lo anterior se debe a la falta de gracia del alias o a la carencia de punch de Hiriart, Rafael Pérez Gay (o Gil Gamés, su seudónimo) y los otros antipejistas de la prensa mexicana.
El caso es que ayer Aurelio Nuño usó el “Liópez” para responder a alguna crítica que le hizo López Obrador.
El señor Nuño, joven y talentoso secretario de Educación Pública, todavía puede ser seleccionado por el PRI —es decir, por el presidente Peña Nieto— como su candidato presidencial.
No es el favorito, ya no —el puntero se llama José Antonio y se apellida Meade—, pero méritos de sobra tiene Aurelio para quedarse con la candidatura priista.
Claro está, lo de menos, en este caso, es lograr ser candidato por decisión de EPN.
Lo verdaderamente complicado para Aurelio Nuño, o para cualquiera otra persona que elija Peña Nieto, será vencer en las urnas al Frente o al PAN y, sobre todo, al increíblemente popular AMLO.
Nuño, inteligente como pocas personas que conozco, seguramente sabe que la popularidad de AMLO obedece a varios factores, uno de ellos, tal vez el más importante, su antisalinismo.
Si Nuño insiste en seguir identificándose con Carlos Salinas —es muy cercano a José Carreño y tiene entre sus colaboradores a Otto Granados—, muy difícil, casi misión imposible le resultará tratar de derrotar a Andrés Manuel.
Ojalá Nuño entienda que para volar alto tendrá que tirar lastre, sí, el de Salinas, Gil Gamés, Hiriart, Otto, Carreño, etcétera.