NARCO ORDENA CIERRE DE ESCUELAS EN GUERRERO
Padres de Guerrero recurren a clases particulares luego de que el narco prohibió abrir escuelas
Muchas de las escuelas que permanecen cerradas en Guerrero están en Chilapa, una población de unos 120 mil habitantes que se ubica en el pie de las montañas del estado, la meca del cultivo de amapola en México.
Esta población, una de las más pobres del país, es foco habitual de violencia del crimen organizado, que pelea por controlar la principal ruta de salida de este opiáceo con el que se produce la heroína que se comercializa en Estados Unidos. Los habitantes de Chilapa esperan que la situación mejore, mientras viven el terror de puertas para adentro.
Por Martí Quintana
Chilapa (México), 13 nov (EFE).- Por amenazas de supuestos grupos delictivos en redes sociales, varias poblaciones mexicanas como Chilapa, en el estado de Guerrero, mantienen sus escuelas cerradas, mientras maestros y alumnos buscan volver a la normalidad en medio del temor a represalias.
“Por Whatsapp se están enviando comunicados delictivos donde no quieren que haya clases porque supuestamente hay muchos alumnos involucrados en ciertos problemas, y no quieren venir a sacarlos de las escuelas”, contó a Efe una maestra de Chilapa, que prefiere guardar el anonimato por seguridad.
La docente recordó que tras el poderoso terremoto del 19 de septiembre, que dejó afectaciones en miles de escuelas mexicanas, se cerraron los centros educativos de toda esta zona al pie de la montaña de Guerrero.
Cuando quisieron reabrir hace una semana, profesores y estudiantes se encontraron con un problema todavía mayor; la amenaza del narcotráfico de actuar con violencia contra ellos.
“Están pidiendo que no haya labores, cosa que está afectando a todo el alumnado de esta ciudad”, lamentó la profesora.
El titular de la Secretaría de Educación de Guerrero, José Luis González de la Vega, informó este sábado que, por la inseguridad generada por el crimen organizado, había un centenar de centros educativos de todos los niveles cerrados en esta región del estado.
Muchas de ellas en Chilapa, una población de unos 120 mil habitantes que se ubica en el pie de las montañas de Guerrero, la meca del cultivo de amapola en Mèxico
Esta población es foco habitual de violencia del crimen organizado, que pelea por controlar la principal ruta de salida de este opiáceo con el que se produce la heroína que se comercializa en Estados Unidos.
En apariencia, Chilapa luce tranquila estos días, aunque con una amplia presencia de fuerzas de seguridad policiales y militares. Pero las escuelas permanecen cerradas a cal y canto, y el terror se vive de puertas para adentro.
“Se está ocasionando un caos por la educación, debido a esos mensajes delictivos que están mandando de que no quieren que haya clases. Porque van a venir a sacar a los maestros, incluso matarlos, así han dicho los comunicados”, destacó la maestra.
Ante este preocupante panorama, padres y docentes se han organizado para que los estudiantes no pierdan el ciclo escolar.
“Ganamos poco, pero con lo poco estamos pagando maestros particulares en casa para que los niños avancen”, contó a Efe Virginia González, madre de un estudiante de secundaria.
Estos días, los maestros han enviado por Internet distintas tareas a sus alumnos, pero “no es lo mismo, hay algunos que no entienden los temas”, aseguró la maestra.
Los profesores incluso han puesto fecha a varios exámenes, aunque se desconoce cuándo será el regreso a las aulas. Están a la espera de una pronta vuelta a la normalidad prometida por las autoridades.
Según informó en días recientes el Gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, ya se ha pedido apoyo federal para que el Ejército resguarde las escuelas de Chilapa y otros municipios de la región, como ya acontece en el balneario de Acapulco, muy azotado por el crimen organizado.
Mientras los habitantes de Chilapa esperan una mejora de la situación, Verónica resumió con su vivencia el día a día de esta población, situada en una de las zonas más pobres de México, que solo aparece en las noticias por sus violentas crónicas.
Cuestionada por la inseguridad, la madre afirmó que su propio devenir está “en manos” del omnipresente, a quien le pide que le aleje “de todo mal”.
“Tenemos que confiar en Dios, darle gracias por el día en que amanecimos bien, no hay otra cosa que podamos hacer”, remarcó esta mujer.
Sin estudios, Verónica no quiere que sus retoños “vivan lo que yo estoy viviendo, yo quisiera que ellos esperen más”, señaló.