Datos duros: El PRI de Ochoa tiene las peores cifras de su historia, y hoy gobierna apenas 14 estados
Por Efren Flores
Hace 23 años, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tenía mayoría en el Senado, en el Congreso de la Unión y gobernaba en 28 estados de la República mexicana. Para el año 2000, seguía manteniendo su mayoría en los plenos legislativos aunque más debilitado: había perdido 89 diputaciones y cuatro senadurías en un sexenio. Además, siete entidades le dieron la espalda y se quedó con 21 gubernaturas.
Siete años más tarde nos encontramos con un PRI herido. Cuenta con seis senadores y ocho diputados menos que en el año 2000, mientras que el mapa político electoral ha cambiado de manera dramática: únicamente gobierna en 14 estados, es decir, la mitad de los que tenía en 1994 o siete menos que hace dos sexenios. Como sea, el nivel más bajo en su historia.
Durante los últimos 17 años, el PRI ha sido dirigido por 11 personas. ¿Quienes le han dado mejores resultados? ¿Cómo es su desempeño actual y en qué estado llegará a los comicios de 2018? Los datos duros responden.
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Ciudad de México, 18 de octubre (SinEmbargo).– En 1994, el Revolucionario Institucional volvía a festejar. Cumplía 65 años consecutivos en el Poder Ejecutivo y había colocado, al hilo, a 15 presidentes de la República desde su fundación en marzo de 1929. Sin embargo, Ernesto Zedillo Ponce de León sería el último priista en portar la banda presidencial en años y su partido no regresaría a la residencia oficial de Los Pinos hasta el 2012, con Enrique Peña Nieto.
Desde la década de los noventa, el panorama político-electoral ha variado. Hace 23 años, el partido tricolor mantenía su racha ganadora: el Congreso de la Unión era suyo con una mayoría aplastante de 300 diputados –Acción Nacional (PAN), la oposición más férrea, le seguía con 119 legisladores–; en la Cámara Alta tenía 64 curules –el blanquiazul apenas tenía 24–, y gobernaba en 28 de 31 estados -hasta la reforma constitucional de 1996, la Ciudad de México permaneció como un departamento administrativo, o bien, carecía de un gobierno propio-.
Llegado el año 2000, el PRI no era el mismo dinosaurio hegemónico de siempre. Su presencia en las cámaras había caído, aunque mantuviera su mayoría con 211 diputados y 60 senadores. Además, la cantidad de gubernaturas priistas fueron en retroceso al pasar de 28 a 21 en un sexenio.
En la actualidad, el partido fundado por Plutarco Elías Calles va en picada: tiene 54 senadores –10 menos que en 1994 y seis menos que en 2000–; 203 diputados –197 menos que en 1994 y ocho menos que en 2000–, y 14 gubernaturas, la cantidad más baja en toda su historia.
Este es el PRI que desde agosto del año pasado lidera Enrique Ochoa Reza, el “cuate” del Presidente quien en 2010 coadyuvó a librar a Peña Nieto de una demanda del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), por su spot “compromisos cumplidos”. Un operador político que se ganó la simpatía del Primer Mandatario mexicano, pero cuyos resultados para el partido, según los datos oficiales, son cuestionables.
¿Qué tipo de presidencia es la de Ochoa Reza? Y, desde la derrota electoral del año 2000, ¿cómo se han desempeñado los presidentes nacionales del PRI? SinEmbargo buscó la respuesta en los datos duros. Esto es lo que encontró.
En los últimos 17 años, el Revolucionario Institucional ha sido dirigido por 11 personas. Eso considerando la dirigencia nacional de 21 días de Carolina Monroy, en 2016; y los dos periodos de seis y 15 días de María Cristina Díaz Salazar, en 2011 y 2012, respectivamente.
Durante este periodo, tenemos las dirigencias de Dulce María Sauri Riancho, Mariano Palacios Alcocer y Pedro Joaquín Coldwell, que destacaron por sus resultados en las elecciones presidenciales de 2000, 2006 y 2012, tiempo en que el PRI abandonó el poder y regresó para salir más golpeado que nunca.
Dentro de las “buenas” administraciones, tendríamos la de Beatriz Paredes Rangel (2007-2011), quien aumentó las gubernaturas del PRI. Luego le siguen los que quedaron “tablas”, como Roberto Madrazo Pintado (2002-2005) y César Camacho Quiroz (2012-2015). Y también están los de los “malos” manejos: Humberto Moreira Valdés (2011), quien dejó el partido en medio de señalamientos de corrupción; y Manlio Fabio Beltrones (2015-2016), quien tuvo pésimos resultados en las elecciones del año pasado.
Finalmente queda el PRI de Enrique Ochoa Reza (2016, y hasta hoy), que este año mantuvo los estados de Coahuila y Edomex, pero que perdió Nayarit a manos del PAN.
DULCE MARÍA SAURI RIANCHO (1999-2002)
Sauri Bracho fue la segunda mujer, en toda la historia priista, en liderar el partido tricolor. Su cuadragésima primera líder nacional llevaba siete meses cuando se suscitaron las elecciones presidenciales del año 2000, mismas en las que fueron electos 128 senadores y 500 diputados federales.
En la histórica elección en la que el PAN corrió al PRI de la silla presidencial, fue Sauri Bracho quien dio la cara por el partido. Y a pesar de tener la intención de abandonar la dirigencia priista tras la derrota, empero, permaneció en su cargo hasta 2002. Así lo determinó entonces el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del tricolor.
El 2 de julio de 2000, la ciudadanía mexicana dio la victoria al PAN sobre del PRI con una ventaja de 2.4 millones de votos [6.41 puntos porcentuales en total]. Seis años antes, el Revolucionario Institucional había conquistado con creces las urnas: 8 millones de votos de diferencia, es decir, cerca de 23 puntos porcentuales más que el PAN.
El año en que “el gobierno del cambio” del panista Vicente Fox Quezada se estableció en Los Pinos, las cámaras legislativas tuvieron mayoría priista. El partido tenía en el Senado la mitad de escaños que en 1994 [60 en lugar de 119]; y en el Congreso, 89 diputados menos que entonces [211 en total]. En el caso de las gubernaturas la decadencia fue paulatina: en el 2000 tenían 21 -siete menos que en el 94-; un año después 18 -perdió Chiapas, Michoacán y Morelos-; y en 2002, al cabo del mandato de Sauri Bracho, el PRI cerró con 17 gobiernos estatales -el PAN le ganó Yucatán-. El saldo más bajo hasta entonces.
ROBERTO MADRAZO PINTADO (2002-2005)
En el año 2000, Ernesto Zedillo apoyó a Francisco Labastida Ochoa como el candidato presidencial tricolor. “Dale un Madrazo al dedazo” fue la estéril respuesta de Roberto, quien no pasó de ser precandidato y quien seis años más tarde quedaría en tercer lugar en la contienda presidencial, en lo que fuera la segunda caída del PRI ante el PAN y la primera ante el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Entonces el panista Felipe Calderón Hinojosa se quedó con la silla grande.
Derrota aparte, el peso de Madrazo dentro del partido lo convertiría en su nuevo líder nacional sin la necesidad de tomar atajos –como lo hizo en la Maratón de Berlín en 2007–. Durante su gestión se mantuvo “tablas”, pues aumentó el número de diputados priistas en la Cámara Baja hasta alcanzar los 225 –14 más que en 2002–, mientras el número de senadores permaneció igual que en el año 2000 [60] –y se mantendría así hasta 2006, cuando el Senado fue renovado–.
En el caso de las gubernaturas, en su primer año de mandato no hubo cambios y el PRI tenía 17 estados en su bolsillo. En 2003, el tricolor de Madrazo recuperó el Gobierno de Nuevo León aunque perdió el de San Luis Potosí –quedó “tablas”–. Y al final de su dirigencia en 2005, cerró con 18 entidades al recuperar Nayarit, que en 1999 le fue arrebatado por una coalición de marcados contrastes políticos [PAN-PRD-PT-PRS].
MARIANO PALACIOS ALCOCER (2005-2007)
Palacios Alcocer ya había sido presidente nacional del PRI entre 1997 y 1999. Para entonces el partido ya había perdido 61 escaños en el Congreso de la Unión –239 en 1997 contra 300 en 1994–; y pese a que las curules del PRI en el Senado se mantuvieran igual hasta el año 2000, no obstante, entre 1997 y 1999, el PRI perdió los estados de Aguascalientes, Baja California Sur, Chihuahua, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, Tlaxcala y Zacatecas.
“Borrón y cuenta nueva”, Mariano Palacios Alcocer retornó para un segundo periodo en medio de múltiples controversias –porque la reelección no figuraba en los estatutos legales del tricolor–. Tiempo en que el PRI perdió la mitad de sus senadores –33 a partir de 2007 contra 60 al cierre de 2006- y en que redujo a más de la mitad sus diputaciones -104 para 2007 en comparación con los 225 al término de 2005–.
En el caso de los gobiernos estatales, los 18 que administraba en 2005 se convirtieron en 17 para 2007 –Guerrero pasó a manos del PRD–. Sin embargo, la pérdida más aparatosa del partido durante la gestión del también ex Embajador de México en el Vaticano tendría lugar en 2006, cuando Felipe Calderón Hinojosa, e inclusive Andrés Manuel López Obrador –en el 2000, el PRD era la tercera fuerza electoral–, dejaron atrás al otrora partido hegemónico, que obtuvo 5.7 millones de votos menos que el partido blanquiazul y 5.4 millones menos que el del Sol Azteca.
BEATRIZ ELENA PAREDES RANGEL (2007-2011)
Beatriz Paredes fue la tercera mujer que lideró el PRI. Durante su administración partidaria, el tricolor recobró 133 diputaciones federales –al cierre de 2007, el partido contaba con 104 diputados; en cambio, 2011 acabaría con 237 legisladores–. Las elecciones para senadores no se darían hasta un año después de que Paredes hubiera abandonado la dirigencia nacional.
Sus logros en el ámbito de los gobiernos estatales también fueron positivos. No en balde, en marzo de 2011, declaró “misión cumplida” al frente del Revolucionario Institucional. Entonces dijo que “entrego la estafeta a quien auguramos buen desempeño en la dirigencia priista –se refería a Humberto Moreira– con la expresión de quien puedo decir ‘misión cumplida’”.
Entre 2007 y 2011, El PRI de Paredes recuperó tres entidades federativas [Querétaro, San Luis Potosí y Yucatán] y perdió una más [Sonora]. Es decir, las 17 gubernaturas que recibió a inicios de su mandato eran 19 cuando concluyó.
HUMBERTO MOREIRA VALDÉS (MARZO A DICIEMBRE DE 2011)
Corría el 2 de diciembre de 2011, un mes y 15 días antes de que Enrique Peña Nieto recibiera su constancia como candidato único presidencial del PRI para los comicios de 2012. Ese fue el día en que Humberto Moreira Valdés, entonces líder nacional del tricolor, dimitió a su cargo a nueve meses de haberlo ocupado.
En un mitin, Moreira explicó que el motivo de su renuncia era para evitar “una guerra mediática” que dañara al partido en los comicios venideros, siendo que confiaba en que Peña Nieto era “la esperanza de México”. Sin embargo, tuvo que renunciar debido a que, el 25 de agosto de 2011, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) dio a conocer que cuando Moreira fue Gobernador de Coahuila [2005-2011] dejó una deuda inexplicable de más de 36 mil millones de pesos [2.8 veces los ingresos disponibles de la entidad]. En 2005, cuando asumió la gubernatura, la deuda estatal era de 323 millones de pesos.
Más allá de ser el centro de múltiples e inconclusas acusaciones por corrupción, Moreira Valdés dio pasos grises al frente del partido: durante las elecciones de 2011 mantuvo Coahuila, Estado de México y Nayarit, además de ganar algunos comicios locales en Hidalgo. No obstante perdió las elecciones en Oaxaca. Más allá, no hizo que el PRI avanzara de manera significativa.
PEDRO JOAQUÍN COLDWELL (2011-2012)
Pedro Joaquín Coldwell milita desde la década de los setenta en el PRI y llegó a dirigirlo con la venia del Presidente Peña Nieto y con el apoyo de tres sectores del partido: el obrero, el campesino y el popular. Su precoz renuncia el 30 de noviembre de 2012 se debió a que el Primer Mandatario le ofreció el puesto de Secretario de Energía, donde permanece desde entonces.
Como dirigente del partido mantuvo las 19 gubernaturas priistas conquistadas en 2010. Durante su mandato no hubo grandes cambios en ese sentido: Puebla al fin tuvo un Gobernador panista y Tlaxcala regresó al PRI. Además, en el caso del Senado, el tricolor mantuvo sus 33 escaños desde 2006. Sólo en el Congreso, entre 2011 y 2012, el PRI sufrió una caída al perder 24 curules -pasó de 237 al cierre de 2011, a 213 en 2012-.
Pero no todo fueron malas noticias para Coldwell. El 1 de julio de 2012 su candidato, Enrique Peña Nieto, ganó las elecciones presidenciales con más de seis puntos porcentuales –3.2 millones de votos de diferencia con Andrés Manuel López Obrador–.
CÉSAR CAMACHO QUIROZ (2012-2015)
Llegó en diciembre de 2012 a ocupar la dirigencia del partido, cuando la victoria presidencial estaba fresca. Dijo entonces –durante el octogésimo quinto aniversario del PRI– que el partido se recuperó y que ganó el poder “democráticamente desde la oposición”. Sin embargo advirtió, “sabemos que ser herederos de grandes logros no garantiza triunfos venideros” –tenía razón, habría momentos futuros de crisis tricolor–.
Como herencia de las elecciones estatales de 2011-2012, el PRI recuperó Jalisco y Michoacán pero perdió Tabasco. Asimismo, en 2015, el partido recuperó Guerrero de las manos del PRD y volvió a cederle Michoacán. Durante esta etapa, el PRI se sumó una gubernatura más y cerró 2015 con 20.
En los plenos, Camacho Quiroz fue testigo de un repunte en el Senado –en 2012, pasó de 33 a 54 escaños– y de un declive en la Cámara Baja –en 2015, pasó de 213 a 203 curules–.
MANLIO FABIO BELTRONES RIVERA (2015-2016)
Luego de los malos resultados de las elecciones del 5 de junio de 2016, en las que estuvieron en juego 13 gubernaturas, Beltrones se vio obligado a dejar la dirigencia nacional del PRI “para permitir así que una nueva dirección encabece las transformaciones que nuestro partido requiere y le urgen”, dijo en conferencia de prensa.
Sus resultados fueron parcos. El PRI sólo pudo ganar en seis entidades federativas –Colima, Hidalgo, Oaxaca, Sinaloa, Tlaxcala y Zacatecas– por lo que, entre 2016 y 2017, el partido terminaría gobernando 15 estados, mismos que representaban a cerca del 45 por ciento de la población nacional.
En contraste, Acción Nacional obtuvo resultados históricos al ganar en siete entidades –Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Puebla, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz–, hecho que puso al partido, por prístina ocasión, al mando de 11 entidades federativas. Inclusive, el PAN recuperó Nayarit, una entidad que sólo gobernó entre 1999 y 2005.
ENRIQUE OCHOA REZA (2016-PRESENTE)
A una semana de que Manlio Fabio Beltrones renunciara a la presidencia del PRI, Ochoa Reza fue designado como su sustituto. Y como primera acción oficial, se dedicó a recorrer los 32 estados para dialogar con los militantes y simpatizantes del partido.
En poco menos de 12 meses de liderazgo dentro del PRI, quizá lo más importante de Enrique Ochoa Reza sea la expulsión del partido de los ex gobernadores de Veracruz y Tamaulipas Javier Duarte de Ochoa [2010-2016] y Tomás Yárrington Ruvalcaba [1999-2005], además de la suspensión de derechos partidarios contra Roberto Borge Angulo, ex mandatario de Quintana Roo.
Más allá de eso, encaró los comicios del 4 de junio de este año, cuando Coahuila, Estado de México y Nayarit vivieron elecciones para elegir a su nuevo gobernante. A pesar de que el tricolor conservó dos de sus bastiones históricos, sin embargo el PAN le arrancó Nayarit. De ese modo, al cierre de las últimas elecciones, el PRI gobierna 14 gubernaturas –la mitad de las que tenía en 1994–.
Si el Revolucionario Institucional hubiera mantenido los 20 estados que gobernaba en 2012, de acuerdo con la información del Instituto Nacional Electoral (INE) al corte de julio de este año, actualmente el PRI mantendría control político en entidades que en conjunto concentran a 47.3 millones de electores que componen la lista nominal –quienes tienen credencial para votar–; o bien, a cerca del 55 por ciento del electorado. En lugar de ello, el partido debe conformarse con poco más del 43 por ciento de los posibles votantes, o lo que es igual, 37.2 millones de mexicanos que radican en las 14 entidades gobernadas por el partido.
Un balance realizado por la Unidad de Datos de SinEmbargo refiere que, los estados que perdió el tricolor de 2012 a 2017 [Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, Quintana Roo, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz], comparados con los que recobró en ese mismo periodo de tiempo [Guerrero, Jalisco, Oaxaca, Sinaloa y Sonora], le dejan cuando menos un déficit de 10.1 millones de electores.
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