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Los occisos de la PRIvatización…

Por  José Ángel Solorio Martínez

 
 Se privatizó en PRI, en Tamaulipas. Compró la franquicia, el grupo Victoria. Avasalló, sepultó, las ingenuas aspiraciones democráticas del reynosense Oscar Luebbert y seguidores.

No pudo con una maquinaria que desde hace décadas, se ha movido bajo el impulso del dinero y de los intereses de los afluentes económicos y políticos.

La exclusión de los luebbertianos, no sólo representa un descalabro para ellos y buena parte de la militancia tricolor. De ninguna manera. No van solos a la fosa. No marchan solitarios al cadalso.

Hay más víctimas.
Muchas, más.

El primer dinamitado fue Alejandro Guevara Cobos.

Mostró su verdadera fortaleza y su real presencia en la militancia y en las corrientes políticas regionales. Se registró como precandidato, con la firma de los dirigentes de los sectores –CTM, CNC y CNOP-, pero llegó a la Asamblea eleccionaria, con cero Consejeros.

Es decir: al momento de su declinación sumaría cero votos a Sergio Guajardo Maldonado, o cero votos para Oscar Luebbert en caso de haberse pronunciado por uno de ellos.

Renunció a su aspiración –dijo- por la unidad de su partido, pero no le dio sentido a su voto.

Esa fue su más grande pifia: no haberse pronunciado públicamente por Guajardo Maldonado.

El quedarse en la barda, lo inhabilitó para proyectos futuros. En una confrontación, quien se dice neutral, no sólo no hace amigos: convierte a todos los participantes en su enemigos.
Eso pasó con Guevara.

Pasó a sumarse, a la morralla que tanto lustre quitó a la contienda en sus inicios.

¿Puede aspirar a la Senaduría, un cuadro que llegó a una competencia con cero adhesiones?..

¿Aportaría algo a su partido una candidatura de Guevara, cuando al interior de su organización parecen haberle perdido el respeto?..

El segundo fiambre, fue Baltazar Hinojosa.

Con una ambición realmente desmedida, pretende ser candidato a Senador. Impulsado más por deseos de venganza que aspiraciones democráticas, quiso confrontar a Egidio y a Eugenio: se sumó al movimiento de Luebbert, con apenas 10 Consejeros que finalmente votaron por Guajardo Maldonado.

Se suma al rosario de occisos políticos, María Esther Camargo de Luebbert. Si alguna vez tuvo posibilidades de ser candidata a la alcaldía de Reynosa, Tamaulipas, el día de la derrota de su marido, se le esfumaron totalmente.

Tan sobrados andaban los Luebbert, -sus cuentas les hicieron asegurar que iban a ganar la elección del CDE del PRI- que ya habían negociado con Ernesto Robinson: su adhesión contra Guajardo Maldonado, a cambio de la candidatura a la alcaldía.

El mismo Neto Robinson, es otro actor demolido por la fatídica carambola luebbertiana. De ser el candidato a la alcaldía, -sin duda que es uno de los precandidatos más sólidos- Reynosa podría ser moneda de cambio entre el PRI de Guajardo y el PAN de Ismael García Cabeza de Vaca.

Lo que la nueva geografía del poder institucional, dice, es que pasan a ser de nivel prioritario Ciudad Victoria, Río Bravo, Tampico, Matamoros y media docena del chiquitiaje municipal.

Así dejó el horno, el sueño de Luebbert.

El PRI, ya no es un lugar seguro para los luebbertianos…

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