VIRAL

TLAHUAC; NARCORREALIDAD CHILANGA

La espiral delictiva que se está viviendo en la Ciudad de México alcanzó ayer niveles similares a los que se han vuelto cotidianos en muchas partes del país, sobre todo en el norte.

En Tláhuac –una delegación capitalina con un amplio registro de actividades ilegales y, en específico, con el accionar de un cártel regional en forma– ayer se produjeron escenas típicas de las plazas dominadas por el crimen organizado: acometida aparatosa de fuerzas federales, encabezadas por el puño más pesado de todas, el de la Marina; ubicación y eliminación del principal jefe y sus acompañantes (ocho muertos, en total); reacción violenta de miembros del cártel afectado, con narcobloqueos (en especial, con participación de mototaxis), e incendio de vehículos. Estampas como las vistas en tantas otras ciudades pero, hasta ahora, no en la de México.

La develación violenta de la oriental narcorrealidad chilango-mexiquense tiene como antecedentes inmediatos el ya cimentado negocio del narcomenudeo, así como el aumento de los asaltos en vía pública, los secuestros y las extorsiones, con los gobiernos de Miguel Ángel Mancera y Eruviel Ávila concentrados más en las faenas electorales; el primero en la abierta construcción de su presunta candidatura presidencial de izquierda, a nombre del PRD y un cuarto polo que ahora se funde en la idea de un frente amplio opositor, y, el segundo, Ávila, recién emergido del fraudulento proceso electoral de la sucesión mexiquense (y de su rumboso nuevo matrimonio) y también embebido en el futurismo 2018, con la expectativa de ser aspirante presidencial priísta.

La cimbradora operación, encabezada por la Marina en tierras chilangas, tuvo como resultado la muerte del jefe de lo que llaman el Cártel de Tláhuac, apodado El Ojos, y siete personas más. Como ha sucedido en otras ocasiones, el saldo ha sido apabullante y cargado de especulaciones. Más que un enfrentamiento, algunas de las fotografías que ayer comenzaron a circular en las redes de Internet podrían sugerir que cuando menos algunos de los caídos hubiesen sido muertos sin que necesariamente estuviesen presentando resistencia en el momento exacto de recibir los disparos finales. Una de las víctimas aparecía con una arma larga alineada a lo largo de su cuerpo, como ha sucedido en otras ocasiones en que se pretende mostrar que los abatidos utilizaban rifles o metralletas que hubiesen justificado su automático exterminio.

Lo sucedido en Tláhuac es otra señal de alerta en una Ciudad de México cada vez con más asaltos, tanto en zonas populosas como de alto nivel económico, en la que recientemente renunció a su cargo el procurador de justicia, Rodolfo Ríos, sin que se hayan puntualizado las causas, y en un estado de México donde se han agudizado las agresiones sexuales contra mujeres, en el transporte público, y los feminicidios (además del universo clásico de agresiones contra la población civil que se producen en la zona de conurbación del estado de México con la Cdmx, habitantes, los de esta urbe, que incluso han sufrido el robo de su denominación tradicional de defeños).

Las viñetas de narcorrealidad vividas ayer en Tláhuac tienen, como se ha apuntado líneas atrás, la referencia de los gobernantes dedicados más a la grilla que a su trabajo inmediato. En abierto proselitismo, Mancera recorre el país regalando patrullas capitalinas y promoviendo programas médicos y sociales (este miércoles había estado en Chihuahua), y en su agenda tiene programado no el cumplimiento acendrado de su compromiso de cuidar de la Ciudad de México sino de dejar el mando en pocos meses más, para dejar a un propio en el desvencijado timón y lanzarse como precandidato independiente-perredista.

La delegación Tláhuac, a su vez, tiene como jefe a un militante de Morena, Rigoberto Salgado, a quien sus adversarios encajan acusaciones densas y constantes. Ayer mismo, apenas a unas horas de la irrupción de la Armada en la demarcación capitalina, se desató en los muros de Internet una campaña, de visos electorales, contra ese jefe delegacional, con la etiqueta #Ojos_Morenos tratando de ligar el tema del narcotráfico y la inseguridad pública con la actuación de ese político.

Por cierto, en fecha reciente, uno de sus hermanos, Rosendo, fue castigado en Morena ante denuncias de acoso sexual. La suerte de Rosendo no tendría por qué ligarse a la del jefe delegacional Rigoberto si no fuera porque aquél fue instalado como delegado de Morena en Durango bajo señalamientos constantes de financiamiento e intervención desde lares chilangos. Las historias que circulaban en Durango, respecto a ese dirigente impuesto y a sus promotores desde Tláhuac, no eran edificantes, ni en términos políticos ni personales.

Por lo pronto, una porción de la Ciudad de México, pero política, policiaca y socialmente toda, ha entrado ya abiertamente al terreno de la fangosidad criminal derivada de los enfrentamientos entre fuerzas federales y grupos mafiosos. El uso político y electoral que se pueda dar a estos acontecimientos aumenta la peligrosidad, siempre con la población civil como víctima inapelable.

Ayer, durante seis horas se reunieron con diputados los responsables de áreas del gobierno federal relacionadas con la seguridad pública. Además de abordar temas como el robo sistemático de combustible (los huachicoleros) y la delictividad creciente, en general, se tocó el tema de las acusaciones de espionaje, mediante el sistema Pegasus, a periodistas, activistas y defensores de derechos humanos.

Y, mientras Miguel Ángel Yunes Linares reclama su cuota de ganancias políticas en el tema del procesamiento judicial de Javier Duarte de Ochoa, e incluso ha advertido del riesgo de que, mediante una triquiñuela jurídica se pretenda dejar en libertad al otro político ladrón, ¡hasta el próximo lunes, con el cumpleañero Enrique Peña Nieto mencionando ayer que espera que la Diosa Fortuna le acompañe en lo que resta de su sexenio!

Twitter: @julioastillero

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