La palabra exterior
Nunca sabremos por qué Octavio Augusto desterró a Ovidio en el año 8. De los motivos sólo tenemos lo que el mismo poeta redactó como epitafio: “Por mi ingenio he muerto”, aunque la tradición académica se los atribuye a sus poemas que exaltaban el adulterio. Ovidio da otra explicación, ya exiliado en Tomos, junto al Mar Negro, en la hoy Constanza, Rumania: “Yo no atenté contra la vida del César, que era la cabeza del orbe, tratando de destruirlo todo; nada dije, ni mi lengua fue arrogante al hablar ni se me escaparon palabras sacrílegas en los excesos del vino. Soy castigado porque mis ojos, inconscientemente, contemplaron un delito y mi culpa consiste en haber tenido ojos. No puedo, ciertamente, rechazar todo reproche, pero buena parte de mi delito radica en un error”. Acaso el “error” de los ojos de Ovidio, más que sus poemas, desató la ira de Augusto: el escritor vio que la realidad no coincidía con la retórica moralizante del emperador.
Mil ochocientos años después, en diciembre de 1851, Victor Hugo es exiliado durante 19 años de Francia por prestar oídos, ojos y palabras a la resistencia contra el golpe de Estado de Luis Napoleón Bonaparte. Pero en cuanto Hugo huye a Bélgica, se dictan unas nuevas leyes que le impiden publicar y decretan “la inviolabilidad de las acciones de los gobernantes”. No puede escribir una carta porque tienen derecho a abrirla. El escritor francés rememora a Ovidio –que pasea, como él, meditando frente al mar– y sentencia: “Un proscrito es un hombre honesto que persiste en su honestidad”. Hace una diferencia entre los ojos y los decretos: del lado del hombre honesto estará siempre lo que él cree que es la verdad, aunque del lado de los poderosos sigan las leyes, los jueces, los destierros. En el exilio escribe sobre los que lo espían, lo provocan y lo tratan de sonsacar: “Sea razonable. Usted cometió un error. ¿Qué le forzó a encontrar de malo en un golpe de Estado? ¿Qué le pasó en la cabeza para defender el derecho cuando nadie lucha por él? Únase al éxito del tirano porque el éxito se hace derecho. En vez de estar proscrito, lo haremos senador, le otorgaremos medallas y elogios. Y no tendrá usted esa cara de idiota”.