VIRAL

«FUERON ELLOS»

‘Fueron ellos’

Carmen Aristegui

A Ríodoce y a Javier.

La muerte de Javier Valdez Cárdenas, cofundador de Ríodoce nos ha sacudido. Colega profesional, generoso y dispuesto a ayudar a otros en la tarea de informar y en tratar de entender al complejo mundo del narco y el crimen organizado. Ahí en la cuna del cártel más poderoso de México, el hoy multinacional Cártel de Sinaloa.

La brutal muerte de Javier tocó fibras profundas y mostró cuán vulnerables pueden ser, en México, aquellos que dedican su vida al oficio de informar en zonas que parecen de guerra. Javier sorteó, con otros, la censura y fundó un medio para reportear las cruentas historias de un lugar como Sinaloa. Como ninguno, escribió libros sobre los «morros», los huérfanos, las viudas y los jóvenes sicarios. Supo, y publicó, de capos, narcoperiodistas y autoridades. Puso acento a lo que creía más importante: las víctimas de un lado y otro de esas historias. Javier tenía una pluma muy poderosa. De trato y sonrisa fácil, no tenía piedad para retratar esa realidad «cabrona», como le llamaba.

Los periodistas de Ríodoce han informado, por más de una década, sobre el «quién es quién» de la zona, los pormenores de cómo se mueve la mafia y sus cómplices y dado a conocer informaciones que solo se pueden obtener coexistiendo con quienes son, o están relacionados directamente con, el crimen organizado. Con vecinos, con parientes, con quienes han vivido ahí toda la vida. El semanario, con sede en Culiacán, ha tenido acceso a informaciones y contactos a los que otros nunca hubieran soñado acceder.

A principios del año llegó a Ríodoce una solicitud difícil de rechazar, periodísticamente, pero que -de aceptarse, como se aceptó- los ponía en zona de riesgo. Ismael Bojórquez lo contó en su columna de Ríodoce esta semana: «…los hijos del Chapo enviaron una carta a Ciro Gómez Leyva y por esos mismos días Dámaso López Núñez busca espacio en dos impresos de Sinaloa, Ríodoce y La Pared, a quienes concedió entrevista vía mensajes telefónicos, donde se deslinda del ataque que los Chapitos le atribuyeron. La entrevista la hizo Javier, pues a él lo habían buscado… los hijos del Chapo se enteraron que habíamos entrevistado a Dámaso y presionaron a Javier para que el trabajo no se publicara. Pero les negamos la petición. Luego le hablaron porque querían comprar toda la edición, pero tampoco se les concedió. Y entonces optaron por seguir -en Culiacán y Mazatlán- al personal que entrega los ejemplares en las tiendas y en cuanto los dejaban contra recibo, ellos los compraban. Eso fue el 19 de febrero. No usaron la violencia, pero sí la intimidación».

Después de publicar la entrevista y con la amenaza encima, pensaron que Valdez Cárdenas tenía que irse de Culiacán. Javier habló con el Comité para la Protección de Periodistas, que dirige Carlos Lauría, en Nueva York, para explorar la posibilidad de salir de México. La Jornada luego del asesinato de Miroslava Breach en Chihuahua, también le propuso salir de Sinaloa. Ríodoce le propuso irse un tiempo de la ciudad pero «…la falta de recursos y la desidia nos ganaron», dijo Bojórquez.

La detención de Dámaso López parecía tranquilizar el panorama. Así lo comentaron en la junta editorial del lunes 15, la última en la que participó Valdez antes de su muerte. «Pero estábamos equivocados», escribe Bojórquez. «Cómo nos equivocamos también al entrevistar a Dámaso, porque de esa forma nos metimos a una guerra mediática que no era nuestra, provocando el disgusto -sin que fuera nuestra intención- de la otra parte. Por eso el decomiso de los ejemplares del domingo 19».

El día que mataron a Javier, Ríodoce publicó un editorial en el que se lee: «No tenemos ninguna duda: el origen del crimen de Javier Valdez está en su trabajo periodístico relacionado con los temas del narcotráfico. No sabemos de qué parte, de qué familia, de qué organización provino la orden. Pero fueron ellos».

Solo queda preguntar, no sin amargura: ¿tiene el Estado mexicano la estatura, la decisión y los recursos para investigar, como se debe, e ir por los asesinos de Javier Valdez Cárdenas? ¿Tiene la sociedad mexicana la decisión y la fuerza para exigir que así sea?

*- La autora es investigadora universitaria, comentarista editorial.

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