Los Zetas, Cártel de Sinaloa y del Golfo operan en Ecuador y los pescadores son las ‘mulas’
Por Soraya Constante
La noticia llegó a la puerta de la casa del pequeño Ismael: «Han detenido a tu papá con droga». Los mensajeros eran sus amigos, quienes habían escuchado la noticia en el cibercafé de El Matal, un pueblo de pescadores del Pacífico ecuatoriano. Ismael no daba crédito a lo que le decían. Lo último que supo de su padre era que había ido a pescar al norte del país. «Allí hay más pescado», recuerda que le dijo. Pero los niños insistían: «Hay un video en Internet y allí sale tu papá».
El video, que medio Matal vio, había sido colgado en YouTube por el noticiero del canal 6 de El Salvador. En él se cuenta la detención de tres pescadores ecuatorianos, que llevaban en su pequeña embarcación 280 kilos de cocaína. La cámara muestra los rostros aturdidos de los tres hombres que aún llevan su ropa de faenar y sus botas de caucho. El único conocido en El Matal es el padre de Ismael, Pablo Selfin Aguilar. No hay ninguna duda, es el hombre al que le falta una pierna porque de niño cayó al mar y un motor le seccionó la extremidad.
El pescador de El Matal pide clemencia ante las cámaras y explica que son personas pobres, que a veces no tienen dinero ni para comer:
— No nos culpen a condena tanto… No tenemos ni para tirar las cosas en la olla.
Para bien o para mal reconoce su delito y explica los motivos que le llevaron a embarcarse en esta travesía tan peligrosa:
— Tenía como seis meses que no cogía ni un sucre [antigua moneda de Ecuador, que todavía se emplea para hablar del dinero], no tenía nada para darles a mis hijos.
‘Ellos no son traficantes, son usados por el narcotráfico’.
La voz en off de la noticia dice que el destino de la droga era Guatemala y que su valor en el mercado es de siete millones de dólares. A cada uno de ellos les iban a pagar 20.000 dólares si lograban ‘coronar’, de momento sólo llevaban encima 120 dólares, sus celulares y un GPS. Una fiscal entrevistada en el noticiero adelanta que la sentencia para los pescadores puede ser de 20 años.
La captura de los tres pescadores ecuatorianos ocurrió hace casi un año, el 16 de marzo del 2016, y motivó incluso que la Fuerza Naval de El Salvador lanzará un video de corte hollywoodense en el que se muestra cómo los heroicos oficiales atendieron una alerta internacional y dieron un duro golpe al narcotráfico. Con música de fondo, e imágenes de diversos operativos y entrenamientos, se cuenta cómo se detuvo a la pequeña lancha de no más de 5 metros de largo y se capturó a los desarmados hombres de mar. Nada se dice, sin embargo, de quienes hicieron el encargo; es decir, las mafias que reclutan a estos pescadores artesanales.
Ismael cada vez que cuenta la historia de su padre lo defiende; asegura que fue engañado y que si decidió adentrarse en el mar es porque buscaba pescado. A sus nueve años se ha convertido en el hombre de la casa y se monta en las embarcaciones de otros pescadores para pellizcar algo de dinero. Su madre, mientras tanto, cuida de sus hermanos pequeños y cada vez que puede, toma un autobús y recorre las cinco horas que separan El Matal de Manta, la ciudad más cercana al poblado. Allí busca ayuda en las entidades estatales, pero hasta ahora nadie le ha escuchado. Y ese tiempo sin respuestas ya va para diez meses. Pablo de vez en cuando llama desde la cárcel salvadoreña donde está recluido, y cuenta que está bien, que no se preocupen por él, que espera el juicio, que quizás le dejen libre…