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DIRECTOR DE COMUNICACIÓN SOCIAL PERSONALIZA SU TRABAJO PARA PROVECHO DE CARLOS CANTÚ

Desde Nuevo Laredo:
La Columna Política de Carlos Domínguez
CON SARCASMO ENRIQUE PEÑA NIETO SOCAVA EL ENOJO POPULAR EN LA REPÚBLICA MEXICANA

DIRECTOR DE COMUNICACIÓN SOCIAL PERSONALIZA SU TRABAJO PARA PROVECHO DE CARLOS CANTÚ
Marco Antonio Martínez García, quien desde mediados del 2014 impulsó y coordinó difamatorios ataques contra el actual gobernador constitucional de Tamaulipas, ha personalizado su trabajo como director de Comunicación Social del Ayuntamiento de Nuevo Laredo, atendiendo una orden que le hizo llegar el exalcalde Carlos Cantú Villarreal.

Con el objetivo de propiciar un golpe traidor definitivo en el momento preciso, Martínez García es ahora el vocero directo del Ayuntamiento neolaredense, mostrando su imagen personal a través de los medios impresos, la radio y televisión, sustituyendo a los reporteros tradiciones que cubren las fuentes políticas.

Ciertamente y con mucha anticipación, Carlos Cantú asociado con Jorge Valdez Vargas, prepara un solo golpe político dentro de aproximadamente un año, con la finalidad de que el exalcalde sea nuevamente candidato a la presidencia municipal de Nuevo Laredo, ya sea abanderado por el PAN o MORENA.

Las advertencias ya están siendo canalizadas al interior del Municipio, y todo indica que el gobierno municipal tomará las medidas pertinentes.

“Se acabó la gallina de los huevos de oro”, es la sarcástica respuesta del presidente Enrique Peña Nieto al enojo popular en la república mexicana, motivado por el aumento a los precios de la gasolina.

Sin datos, y más bien mintiendo ofensivamente, el primer mandatario de México reveló su desconocimiento absoluto sobre el desarrollo de Petróleos Mexicanos, empresa que jamás pudo consolidarse como una verdadera industria petrolera.

En la actualidad, nuestro país cuenta con una producción diaria de petróleo crudo que asciende a tres millones de barriles, a pesar de que su plataforma de explotación tiene capacidad para cuatro millones de barriles al día.
En el sexenio 1976-1982, con José López Portillo como presidente de la república, Petróleos Mexicanos rebasó su producción de 400 mil barriles al día, hasta convertirse en el tercer productor de petróleo crudo en el mundo, con cuatro millones de barriles diarios.

Por acuerdo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), diez años después México redujo su producción a tres millones de barriles al día, con lo que perdió una posición en el escalafón mundial, quedando colocado en el cuarto lugar entre los países de mayor producción petrolera.
Hasta ayer viernes 13 de enero del 2017, México continuaba produciendo tres millones de barriles al día, de los cuales el 80 por ciento es enviado al extranjero, principalmente a los Estados Unidos, en donde se refina el petróleo crudo para convertirlo en gasolinas.

Es falso por completo que nuestro país haya agotado sus gigantescos mantos petrolíferos. El Problema de México y de los mexicanos radica en que PEMEX no tiene capacidad de refinación, estando obligado desde siempre a comprar la gasolina en los Estados Unidos, para luego venderlo en nuestro país para el consumo nacional.

Los discursos del presidente Enrique Peña Nieto lejos de atenuar el descontento popular en su contra, lo acentúa, pues a los habitantes de México les resulta incomprensible que teniendo una producción petrolera diaria de 3 millones de barriles, cuyo precio sigue a la alza, tengan que pagar la gasolina a los precios más elevados del mundo.

Sin embargo lo razonable de este galimatías económico no puede ser abordado por el primer mandatario mexicano, pues de hacerlo, saldría a relucir que el estancamiento de PEMEX como industria se debe a la corrupción imperante en el gobierno federal que administra a la caduca empresa paraestatal.

La explicación al respecto es muy sencilla. Los mexicanos tienen que pagar la gasolina a precios dentro de los parámetros internacionales, porque produce petróleo crudo de sobra, pero no produce combustibles para abastecer a su pueblo.

Y por añadidura, el gobierno federal usa las ganancias de la venta de petróleo para sostener sus inútiles y corrompidos programas sociales, en los que funcionarios del más alto nivel negocian como proveedores y distribuidores, llevando las migajas a las clases desprotegidas, mientras la clase política inmiscuida en el fraude se lleva los cientos de miles de millones de pesos correspondientes a los ingresos petroleros.

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