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Un S O S, para el mundo, desde México

Nicasio Fonseca
Quijoteando

S O S, son las siglas internacionales para pedir auxilio urgente en situaciones de alto riesgo, sin importar idiomas, razas, latitudes o altitudes en el mundo. En aras de su derecho a la paz y tranquilidad social, México debe emitir a la comunidad internacional, un gran S O S, ante la grave crisis de violencia criminal que amenaza diariamente la seguridad de la población en cada entidad, muncipio o región del país.

Estudiantes, profesionistas, amas de casa, médicos, jueces, policías, militares, sacerdotes, empresarios, comerciantes, políticos y en el colmo de los males ¡ hasta la niñez..! resultan víctimas diarias de la violencia criminal, sin que las autoridades federales, como estatales y municipales, acierten, como en el caso de la presidencia de la república, más allá de emitir sendos comunicados a través de los cuales expresan su solidaridad moral para con los deudos.

Impacta, duele, ofende, indigna, aunque ya no asombra, la manera impune con la que actúa la delincuencia, que organizada, o no, ha relegado a las autoridades políticas, policiales y judiciales, al simple papel burocrático de fedatarios públicos del crimen, cuyo impacto social, pese a los números alegres del régimen peñista, ya incide negativamente en la economía nacional, como en los bolsillos de las familias más vulnerables.

El reciente asesinato del juez Vicente Antonio Bermúdez, en Metepec, Estado de México, pese a la frialdad y ventaja con la que se
realizó, seguramente se sumará a la fría estadística que incrementa diariamente los números de víctimas de la impunidad, en donde la ley final más efectiva tal parece que terminará siendo la autodefensa ciudadana por medio de la portación de armas de fuego.

La propuesta de la fracción panista en el Congreso respecto a la portación de armas de fuego para la autodefensa ciudadana, no consideramos sea la solución y sí, en cambio, el riesgo potencial de incrementar los índices delictivos de por sí incontrolables; imagine, simplemente amable lectora, lector, que usted vaya en su vehículo y de pronto en un alto, se le acercan a la ventanilla pistola en mano ¿ tendría usted tiempo de defenderse accionando el arma, cuando se supone que sus manos están en el volante de la unidad ?.

Los «buenos» sólo le han ganado individualmente a los «malos» en las películas del viejo oeste norteamericano, condicionada la sobrevivencia personal, por supuesto, a una habilidad natural del sujeto en el manejo de las armas, así como a la práctica diaria y contínua en el manejo de las mismas; si, en cambio, la unidad en torno al combate del flagelo criminal, resulta la mayor de las veces el mejor dispositivo de seguridad que la sociedad puede instrumentar en auxilio, apoyo y vigilancia de los cuerpos de seguridad.

El asesinato alevoso del juez Vicente Antonio Bermúdez, motiva nuevamente a considerar la figura de los jueces enmascarados, una estrategia judicial cuyo doble filo pudiera seguir abonando a la impunidad, de por sí arraigada como parte de la cultura en nuestro sistema político-judicial. Miles de desaparecidos y muertos en el país, resultan la peor e inacabable tragedia mexicana; hoy, México, nuestro país, se muere víctima del peor cáncer social que es la impunidad,

sinónimo de la cínica corrupción que ha permeado históricamente a nuestro sistema político.

S O S, es un llamado urgente y desesperado de auxilio, que ya emite la clase empresarial, las madres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, las miles y miles de familias de desaparecidos a lo largo y ancho de la república, y, quisiéramos pensar que también, la Presidencia de la República, si tuviera verdadera conciencia de su gran responsabilidad social de proteger la vida, integridad física, seguridad y patrimonial, de la población.

¿ A quién lanzar el S O S ? a cualquier país u organización mundial o internacional, que con un dedo de inteligencia en la frente, tenga la voluntad política para ir, sin mayores compromisos, al real fondo de nuestra problemática, toda vez, que el cáncer que representa la delincuencia, organizada o no, se origina en los compromisos adquiridos que propician la corrupción y con ello, el círculo vicioso de los poderes fácticos en la impunidad. Usted ¿ qué opina ?.

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