MAGDALENA PERAZA: EL DESAIRE
…Y PERAZA SUFRIO EL DESPRECIO DE QUIEN TANTO ATACO EN CAMPAÑA
«A un ladito por favor… maestra»
Por: Mauricio Fernández Díaz
La cara de la maestra Magdalena Peraza no podía ocultar su molestia, su malestar, su coraje.
En su vida había recibido muchos desprecios, estaba acostumbrada a lidiar con situaciones difíciles y salir adelante sin mayor daño, pero ésta si le había calado en su amor propio y en su condición de alcaldesa de un municipio tan importante como Tampico.
La visita al Sur de Tamaulipas, específicamente a Altamira era una de las primeras que el Gobernador Cabeza de Vaca realizaba, y Magdalena Peraza como experimentada política sabía que debía estar en la jugada, dejarse ver al lado del poder, mandar un mensaje de autoridad hacia los grupos políticos que ya empiezan a moverse con miras a la próxima elección.
Estar al lado del hombre fuerte, sacarse la foto con quien detentara durante 6 años el poder era primordial.
Sin embargo el Gobernador no parecía reparar en ella, no acusaba señales de verla o percatarse de su presencia; caminaba saludando y repartiendo sonrisas sin preocuparse en lo mínimo por quien iba detrás o por un lado de él.
Alma Lura Amparán, como alcaldesa anfitriona se veía relajada, contenta. Cabeza de Vaca le brindaba un preferencial trato tanto por cercanía personal como por cortesía política la ubicaba siempre en uno de sus costados.
Magdalena Peraza hacia esfuerzos por situarse a un lado, cerca de aquel a quien había combatido ferozmente hacía apenas unos meses pero este seguía ignorándola, como si no existiera.
El colmo fue cuando la alcaldesa trató de escabullirse, de romper el cerco que los guardaespaldas hacían alrededor del primer mandatario de Tamaulipas; no pudo. Sencillamente no la dejaron pasar.
Tal vez el Gobernador no se percató del incidente, tal vez si pero nada hizo por impedirlo, no lo sabemos.
Tratada como a una persona más, resintió en carne propia lo que tantas veces había hecho ella con la gente que quería acercársele: La ignoraron
Un funcionario se acercó a los guardias para advertirles quien era, y estos inmutables solo se limitaron a responder en voz baja “son órdenes” ante lo cual Magdalena no tuvo más remedio que fingir una sonrisa y decir “no importa, solo soy una ciudadana más que quiere estar cerca del gobernador”
Una persona que presenció el hecho, comentó “Se ha de sentir feo que lo ignoren tan gacho a uno, pero a los traidores nadie los quiere”
Y Magdalena tuvo que tragarse su coraje y continuar caminando detrás del hombre a quien alguna vez calificara como “una vaca sin cuernos”.