Cabeza y las expectativas de lo que viene
Tiempo de opinar
Raúl Hernández Moreno
No sabemos con exactitud cómo será el gobierno de Francisco García Cabeza de Vaca, una vez que asuma la gubernatura de Tamaulipas. Su triunfo ha generado muchísimas expectativas. Se espera mucho de él, se espera que genere avances en todos los rubros, desde seguridad, educación, salud, transparencia, recreación, cultura, etc.
Durante 87 años, Tamaulipas fue gobernado por el PRI. En esos 87 años, los gobernadores en turno se convirtieron en un virrey que gobernaba la entidad a sus anchas y solo se ocupaba de rendir cuentas al Presidente de la República, con el añadido de que en algunos casos la relación entre Presidente y Gobernador era de cuates, como sucedió con Enrique Cárdenas González, amigo de Luis Echeverría Alvarez o con Manuel Cavazos Lerma con Carlos Salinas. Por esa amistad, nada impacto que en su momento a Cárdenas González se le señalara de saqueador del erario o que Cavazos Lerma tirara miles de millones del pesos del presupuesto en sus excesos de locura, como el fallido proyecto del canal intracostero.
Emilio Martínez Manautou no quería ser gobernador. José López Portillo lo obligó a serlo, para terminar con sus sueños de ser Presidente de la República. Frustrado, desanimado, amargado, Martínez Manautou se dedicó el sexenio a rendirle culto al Dios Baco y se olvido de gobernar.
Sin la presencia de un Presidente emanado del PRI, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández incurrieron en excesos. Durante seis años actuaron como dioses terrenales y fue hasta que dejaron sus cargos, cuando la sociedad los convirtió en villanos. Los peores.
Acostumbrados a perder, resignados a perder, los panistas se lanzaron en los últimas décadas, elección con elección, a intentar ganar con resultados negativos. Cada derrota los hizo acumular amarguras, dolores, sinsabores. Con cada nueva elección, se despertaba la esperanza de ahora si ganar y ahora si poder hacer justicia ante los excesos de los priistas.
Hoy que Cabeza de Vaca ya es gobernador electo, hay panistas y ciudadanos en general que saborean el plato frío de la venganza. Incluso haber priistas cruzando los dedos para que Cabeza de Vaca enjuicie a ex gobernadores y ex alcaldes con fama pública de haber saqueado el erario en su beneficio.
La historia demuestra que en aquellos lugares donde la oposición ganó, no se desató una cacería de brujas contra los que se fueron. No paso después de que el PAN ganó Baja California en 1989, no paso cuando ganó Chihuahua, no paso en Nuevo León, no paso en el docenato de Vicente Fox y Felipe Calderón.
Y a la inversa, tampoco se han desatado los demonios en las entidades que el PRI ha recuperado como Zacatecas, como Nuevo León.
Después del 5 de junio, el propio Cabeza de Vaca dijo que no lo movía el odio ni el rencor, que no habría una persecución contra los que se iban, pero advirtió que no se permitiría más la impunidad.
Cabeza de Vaca está obligado a hacer un gobierno diferente. Por él voto uno de cada 5 ciudadanos tamaulipecos. Obtuvo la mayor votación que un candidato haya logrado en historia de Tamaulipas.
Es imposible pretender que en su mandato se pueda transformar y modernizar la entidad. Hay rezagos en todos los rubros y superarlos requiere de muchísimo dinero, pero también de tiempo, quizá por ello Cabeza descarta una persecución contra los ex.
Eso sí, si no hay movimientos en el tema de los ex, debe haberlos en el resto de los temas estatales. Los tamaulipecos así lo esperan, así o quieren.