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Una Noche Tormentosa

Una Noche Tormentosa

(primer capítulo)

Por: Mauricio Fernández Díaz

Sus ojos se movían, inquietos debajo de los párpados cerrados.; Cerca, tal vez demasiado, los aullidos de perros callejeros parecían taladrar su cerebro.

Con un movimiento lento, como si su cuerpo fuera un pesado tronco giró hasta quedar de frente a la mortecina luz del farol que se filtraba por su entreabierta ventana.

Trató de fijar su mente en otra cosa, distraerla de lo que estaba torturándola y no le permitía conciliar el sueño.

Era una mujer entusiasta, amante de su hogar y excelente decoradora, pero esa noche sentía que su vida carecía de sentido, de rumbo, de metas.

Sacudió de un lado a otro su cabeza como queriendo alejar los demonios que la acosaban y de un brinco se levantó para ir directo a su ordenador, repleto con portales de revistas y libros de jardinería, decoración, cocina; Sus tres pasiones, sin contar la que esa noche estaba destruyendo su tranquilidad.

Afortunadamente podía escaparse por momentos de la realidad sumergiéndose en el fascinante mundo de la creación, del arte; recordó que hacía tiempo quería efectuar cambios en su hogar y en su vida pero por una u otra razón no había podido realizarlos.

Decidió aprovechar lo que prometía ser una larga noche de insomnio y se sumergió en la lectura de una revista. » Ideas para diseñar su baño»  hizo que su mente pronto estuviera inmersa en ese fascinante mundo de colores, reflejos, aromas, espejos.

Sintió como su corazón disminuía la rapidez de sus latidos, en tanto una serenidad caía sobre su alma a medida que en su cerebro penetraba ese mágico cuadro, esplendoroso y destellante que salía de la brillante pantalla.

Sin duda alguna –pensó- las ideas que veía, los colores que podía casi oler y esas líneas curvas, rectas, angulares solo podían haber sido pensadas y diseñadas por una mente alucinada, por algún especie de genio desatado; Esa realidad virtual atrapada en  su portal favorito  producía en ella el efecto de una poderosa droga alucinógena que la trasladaba a mundos exóticos, universos paralelos, figuras cuatridimensionales.

Sin querer, el reloj de su ordenador portátil la sacó de su ensueño; pronto amanecería y con la luz del día vendría de nuevo la rutina, el monótono deslizarse de un día más en espera de otra noche de pesadilla.

“No llegó ya, al menos no hoy” pensó muy para sus adentros dejando escapar un suspiro que olía a rancio, a soledad, a esperanza, a hartazgo. “Tal vez esta noche suceda” caviló en tanto dirigía sus pasos hacia la ducha, jurándose a sí misma que muy pronto habría de poner en práctica la remodelación de su hogar, como un paso previo con el cual empezar a modificar, a cambiar, a darle rumbo y sentido a su vida.

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baño

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