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Egidio Torre y su colusión con el crimen

Egidio Torre y su colusión con el crimen

 _____Tintero______

               Por Francisco Pucheta González

La inoperancia de Egidio Torre Cantú para gobernar Tamaulipas  y  su probable colusión con el narco, son temas de discusión y análisis por parte de un gran segmento de la sociedad castigada por la violencia.

A escasos 60 días para que desaparezca del escenario político el gobernante más gris que ha tenido la entidad, las familias se conmocionan y piden el ingreso inmediato de la alternancia que ocurrirá en los primeros minutos del mes de octubre.

Egidio no recompuso su rumbo y ni siquiera hizo por el esclarecimiento del asesinato de su hermano Rodolfo. Así se la  pasó los 6 años, sin importarle el reclamo de la vindicta pública que exigió claridad meridiana del acontecer tamaulipeco.

Lejos de eso evadió su responsabilidad y no atacó de manera frontal los problemas que traslaparon al ánimo de la gente.

Sus declaraciones en torno a las masacres, crímenes, desapariciones, secuestros y levantones lo exhiben como torpe e irresponsable porque nunca aludió al problema de los tamaulipecos y si permitió que los criminales hicieran de la suya.

 El exabrupto que se manifestó en todo el estado de Tamaulipas engrandecido por la violencia y los crímenes que opacaron el desarrollo. De todos es sabido que cientos de familias tuvieron que desplazarse hacia otros lugares por temor al peligro.

 La presunta relación de Egidio con el narco nace de las sospechas de que permanece con los brazos cruzados por los convenios que lo atan  con la gente que está mal.

 De tal forma que mientras él se agazapa en su zona de confort,  Tamaulipas se desangra hasta por los poros y no hay  quien lo detenga. Es el desmadre, creado, tolerado y solapado por una administración  amorfa sumida en el vacío de poder.

 Lo acontecido en las últimas fechas fortalecen los señalamientos de la ex diputada y abogada michoacana Thalía Vázquez Alatorre,  quien acusó a Egidio de ser parte del problema irresoluble del narcotráfico en Tamaulipas.

Porque no es fortuito que  Torre Cantú haya llegado al extremo de rechazar el Plan de Gobierno en la Seguridad, (para la pacificación de  Tamaulipas), etiquetado por la Federación con 81 millones de pesos y cuyo enfoque estaba dirigido a combatir  la ola de violencia, secuestros e inseguridad que azotan al estado, expuso la denunciante.

En efecto, durante la administración de Torre Cantú se devolvieron a la federación 81 millones de pesos anuales, recursos que estaban etiquetados  para combatir  los flagelos antes mencionados.

Pero mientras Egidio los rechazó como si no urgieran, en Nuevo León sí le sacaron provecho y abatieron el índice de violencia a su mínima expresión lo que habla de la voluntad y capacidad de un gobierno que sí cumple con sus ciudadanos.

  Fue así como la iniciativa privada neoleonesa también se hizo participativa con aportaciones adicionales que reforzaron las cruzadas anti-violencia que lo revirtieron exitosamente.

   Son los contrastes entre dos estados vecinos pero con gobiernos disímbolos: el de Tamaulipas que se entregó a los cárteles de la droga y el de Nuevo León que tejió alianzas con la sociedad para devolverle su paz y tranquilidad, tan necesarios para  recobrar la confianza, credibilidad y prosperidad económica, anheladas.

  Thalía Vázquez, insistió en que solamente la colusión entre Egidio y los criminales explican la ola de terror que se vive en el estado tamaulipeco.

Ejemplificó que en el tema Nuevo León el gobierno trabaja del lado de los gobernados para reforzar los fondos destinados en el combate a la delincuencia e inseguridad, logrando los fines perseguidos.

En cambio en Tamaulipas se devolvieron dichos recursos porque Egidio no presentó los proyectos solicitados por la Federación, robusteciendo su ineptitud como gobernante.

  Su postura se interpreta como la más cruel y despiadada dando pauta para pensar que efectivamente hay un maridaje execrable entre su gobierno y los verdugos de la sociedad tamaulipeca.

Debido a la ineficacia de las autoridades para combatir los focos de violencia, Nuevo Laredo cayó en una profunda depresión, ´´…la gente se duerme…se evade ya sea porque le mataron a un hijo, al marido o algún otro familiar´´, prosigue Vázquez Alatorre.

Pese a que en Ciudad Victoria la inseguridad, la ola de atentados y secuestros están a la orden del día, la gente todavía sale a las calles. Lo mismo pasa en Nuevo León donde la ciudadanía tampoco se encierra y menos ahora que se respira un ambiente pacífico.

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