Los ´´columnistas´´ o la generación perdida
______Tintero______
Por Francisco Pucheta González
Ser columnista en los medios de difusión no es tarea fácil, porque es la graduación del comunicador luego de una larga trayectoria reporteril.
Un analista profesional necesita haber recorrido un largo trecho como reportero antes de abrazar la delicada tarea de analizar y emitir juicios. En el periodismo es el cirujano que aplica los cortes delicados sin alterar las funciones del resto de los órganos.
De suyo, un buen columnista (para llegar a serlo) tuvo que haber pasado por una infinidad de filtros hasta alcanzar el título de su especialización. Antes de eso no puede ser un columnista.
Decimos esto porque más por ánimo que por oficio, repentinamente aparecieron en los espacios de los medios impresos como en los digitales, tirillas de textos pomposamente llamadas columnas que no pasan de ser sopa de letras mal hilvanadas y carentes de buena semántica.
Por fortuna los lectores ya no son presas de las baratijas que tratan de meterles en la cabeza y eso cuenta mucho para evitar que los lastres del periodismo escrito y hablado sigan demeritando la profesión.
Por años a Nuevo Laredo lo distinguió el periodismo de vanguardia que sobresalió bastante sobre el pobre papel que desempeña la prensa del resto de Tamaulipas.
La práctica se fue enriqueciendo a medida que los reporteros de los distintos medios fueron madurando profesionalmente hasta obtener su graduación de la que hablábamos líneas arriba.
En la pirámide normal el reportero comienza de abajo tirándole a estar en la cúspide, cargado de experiencias, conocimientos y porque no decirlo, hasta de buenas emociones para su aplicación en el trabajo especializado del analista ya sea de política, economía, crítico de cine, de arte o cualquier otro campo.
Sin embargo, los nuevos aspirantes optan por la pirámide invertida es decir, el lado equivocado, pues empiezan de arriba hacia abajo, sin capacidad o sustento para el desempeño fiel del papel de guía y orientadores de la opinión pública.
De ahí la falla para ejercitar con maestría la función del analista, porque lejos de eso se convierten en meros charlatanes que confunden en vez de encaminar correctamente al lector.
Por eso, a los llamados ´´columnistas´´ de esta nueva hornada les recomendaríamos un curso intensivo de cuando menos unos 10 años para aprender y otros 10 para afinar su propio estilo y ya la sociedad se los agradecerá dedicando un espacio de su tiempo a la lectura de los trabajos que publiquen en el futuro, o sea en 20 años más cuando adquieran el legítimo reconocimiento de ´´columnistas´´.