Amenazas, intimidaciones, coacción y represalias en su primer acto de campaña
Decenas de dirigentes de la estructura priista se pasan al PAN
Por: Mauricio Fernández Díaz
Magdalena Peraza tuvo que recurrir a todo el catálogo de las viejas costumbres para “convencer” a los priistas reacios para que estuvieran presentes en su arranque de campaña y así dar la impresión de ser una candidata popular y con poder de convocatoria.
Las quejas y reproches menudearon; las dirigentes de colonias no hallaban que argumentos utilizar para obligar a “su gente” (como les llaman) a ir y desquitar así los mil pesos que la maestra les había adelantado como parte de un pago de los 5 mil que les dará por toda la campaña para “acarrear” a los que conforman la estructura –cada vez más debilitada- priista.
“Xochitl Reséndiz Guerrero -regidora priista y “líder” de un seccional de la Colonia Niños Héroes de Tampico- amenazó a todos con quitarles los apoyos, las despensas y hasta el trabajo si no asistían al evento de la maestra, y aun así muchas no fuimos porque ya estamos hartas de que nos prometan y no nos cumplan de que nos traicionen y de que nos quieran tener así, con el pie en el pescuezo” comentaría la también dirigente Maricela Pérez, quien visiblemente molesta expreso su inconformidad a este medio y de manera radical declaró “Yo desde éste momento me desligo del PRI y pasaré a apoyar a Germán Pacheco, ya estoy hasta la madre de esa vieja traidora que nomás vino a traicionarnos y a vendernos”
Lo expresado por la dirigente Marisela es solo el eco de una lluvia de renuncias que se han venido dando en la estructura del tricolor en el puerto; reconocidos líderes como Martin Novello, Hugo Brambila, y decenas más han dado la espalda al PRI y puesto los seccionales en que tienen influencia a favor del candidato panista Germán Pacheco.
Con todo y esto, el acto celebrado en la plaza de armas (estrategia para disimular la poca asistencia) estuvo deslucido, con más gritos y ruido que asistentes.
La candidata priverdeecologista arrancó su campaña con un tufillo a rancio, a viejo, a obsoleto; de ese aroma que desprende –dicen los políticos- ese monstruo temido por los políticos: La derrota.